El 23 de agosto de 1927, los anarquistas italianos Nicola Sacco y Bartolomeo Vanzetti, acusados y condenados por un crimen sin pruebas, eran ejecutados en la silla eléctrica en una prisión de Massachusetts, al noreste de Estados Unidos.
Casi un siglo más tarde, este caso sigue siendo "una de las páginas más negras de la historia estadounidense, una historia de pasiones mortíferas alimentadas por temores políticos y prejuicios étnicos", estimaba la semana pasada el New York Times.
El 15 de abril de 1920 un transportador de fondos y un guardia que trasladaban los salarios de los empleados de una fábrica de zapatos de South Braintee, en las afueras de Boston, fueron víctimas de un atraco. Las dos maletas que contenían la paga de los obreros fueron robadas y los dos hombres mortalmente heridos.El 5 de mayo de 1920 la policía detuvo en un tranvía a dos pasajeros. Eran Sacco y Vanzetti y estaban armados. Fueron encarcelados por portar armas prohibidas. Sin pruebas formales, la policía los acusó del millonario asalto y el doble asesinato.En esos inicios de la década del 20 el contexto social en Estados Unidos era explosivo. Los sindicatos, animados por militantes anarquistas a menudo de origen extranjero, multiplicaban las huelgas en todo el país. Varias personalidades, entre ellas el presidente de la Corte Suprema, recibieron paquetes-bomba. Las manifestaciones callejeras degeneraron en enfrentamientos violentos. Reinaba un clima de casi guerra civil y algunos responsables políticos no dudaban en amalgamar a huelguistas, extranjeros y "rojos".
Massachusetts, considerado actualmente uno de los Estados más progresistas de Estados Unidos, era en esa época un bastión del conservadurismo. El proceso de los dos anarquistas fue dirigido por el juez Webster Thayer, convencido desde el inicio de la culpabilidad de quienes consideraba "anarquistas bastardos", recuerda Bruce Watson, autor del libro 'Sacco and Vanzetti. The men, the murders, and the judgment of mankind', que ha sido muy elogiado por la crítica."El proceso fue una farsa", sostiene Watson. El jurado compuesto únicamente por blancos todos de origen anglosajón dio su veredicto en apenas tres horas. Todas las apelaciones fueron rechazadas, incluso después de que un reincidente, Celestino Madeiros, admitiera ser el autor del doble crimen.
Intelectuales y escritores como Bertrand Russell, John Dos Passos, George Bernard Shaw y H.G. Wells asumieron la defensa de Sacco y Vanzetti. Manifestaciones a menudo violentas estallaron en Estados Unidos y en Europa, especialmente en Londres, París y Berlín, para reclamar la liberación de los italianos. Pero fue en vano.Muchos años más tarde, en 1969, un juez de la Corte Suprema, William Douglas, escribió que a cualquiera que lea la transcripción de las audiencias "le costará creer que ese proceso se desarrolló en Estados Unidos".
En su libro, Watson estima que este caso sigue "atormentando la historia estadounidense"."El fanatismo de un juez y de un fiscal, la indiferencia de demasiados estadounidenses y la moral dudosa de demasiados testigos llevaron a una negación de justicia", concluye.No obstante, Watson recuerda que Sacco y Vanzetti -lejos de la imagen de estereotipada difundida gracias a la célebre canción que les dedicara Joan Baez 'Here's to you'- no eran unos 'bebés de pecho'.Los dos hombres "creían en la insurrección armada" y eran "militantes revolucionarios", afirma.
El 23 de agosto de 1977, exactamente 50 años después de su ejecución, el gobernador de Massachusetts Michael Dukakis absolvió simbólicamente a Sacco y Vanzetti y declaró que "todo deshonor debía ser suprimido de sus nombres para siempre".
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