¿Por qué la parapolítica?
Esta pregunta y sus respuestas son objeto de un análisis hecho por Luis Sandoval, director del Instituto María Cano. Sandoval advierte que si no se comprende porqué hay parapolítica en Colombia, "no es posible identificar claramente las estrategias para erradicarla".
Esta pregunta y sus respuestas son objeto de un análisis hecho por Luis Sandoval, director del Instituto María Cano. Sandoval advierte que si no se comprende porqué hay parapolítica en Colombia, "no es posible identificar claramente las estrategias para erradicarla".
Lunes 26 de febrero de 2007
La unión entre paramilitarismo y política produce la parapolítica. Delincuencia y poder se abrazan. La parapolítica resulta así una forma torcida, perversa e inaceptable de acceder al poder político y/o de conservarlo. El país está hoy, por fin, entendiendo esto. Se necesitaron décadas.
La lección se ha aprendido a través de duras experiencias: la prolongación del conflicto interno armado, la doctrina y política de seguridad nacional, el Estatuto de Seguridad, el surgimiento del MAS, el exterminio de la UP, la guerra sucia contra sindicalistas, académicos, periodistas, religiosos, defensores de derechos humanos, la financiación de la política por distintos tipos de traficantes, el proceso 8000, las Convivir, las Autodefensas Unidas de Colombia AUC, la presencia protuberante de las mafias en la política regional y nacional.
Todos estos oscuros y dolorosos hechos son antecedentes, concomitantes o subsiguientes al fenómeno de la parapolítica que hoy sacude a Colombia. Si no se comprende porqué hay parapolítica en Colombia, no es posible identificar claramente las estrategias para erradicarla. Los colombianos y colombianas de todas las edades y procedencias sociales necesitamos establecer con plena claridad porqué caminos llegamos a la tragedia moral y política que es la parapolítica.
De conjunto, la parapolítica apareció en las últimas décadas como un recurso espurio del establecimiento o del régimen para sostenerse o defenderse frente a contestatarios de distinto tipo, esto es, como un fenómeno de ilegalidad y criminalidad que surge en los centros de poder económico y político de la sociedad y termina envolviendo a miembros y a grandes porciones de la fuerza pública, funcionarios y autoridades públicas, esto es, comprometiendo al Estado en todos sus niveles: local, regional, nacional...
A continuación resumo los factores o razones que están en la mente de la gente del común como conducentes al paramilitarismo y a la parapolìtica, a fin de clarificar su validez y dejar sugerido el camino de superación de este nefasto fenómeno. En medio de una gran confusión sobresalen cinco grandes factores explicativos que a continuación enuncio.
1. Hay parapolítica porque la guerrilla acosa.Es la razón original. Se pone por delante el argumento de que la guerrilla, a nombre de un pretendido combate a la desigualdad social, asesina, roba, asalta, extorsiona, secuestra. “Nos tocó armarnos para defendernos”. “Tuvimos que aceptar que grupos armados legales e ilegales nos defendieran del acoso insurgente”, dicen muchos. La parapolítica tendría origen en el derecho a la autodefensa, se supone que ese es un origen legìtimo y una razón inobjetable.
2. Hay parapolítica porque el Estado no está presente o no actúa. Completa la razón original. “La violencia insurgente, se dice, existe y se expande porque el Estado no hace presencia o porque es débil, y por ello ineficaz, para garantizar la vida, honra y bienes de los ciudadanos, especialmente en el campo”. Nadie a nivel privado o particular tiene culpa, la culpa la tiene el Estado. Solo el vacío de Estado explica que fuerzas al margen del Estado hayan tenido que constituirse y actuar.
3. Hay parapolítica porque llegaron los narcos con un poder incontenible. Refuerza la razón original. A los iniciales impulsores del paramilitarismo (grandes ganaderos, empresarios agrarios y militares), se suman en un momento los nuevos empresarios dedicados al tráfico de esmeraldas, marihuana, coca y más recientemente heroína. Empresarios, traficantes, políticos y militares terminan aliándose contra la insurgencia y supuestos o reales auxiliares de la misma. “¿No es una causa justa?”, se preguntan.
4. Hay parapolítica porque los pobres se pegan de cualquier cosa.Trata de buscar la razón original en otra orilla. “El paramilitarismo es impulsado por gente rica, pero su base está conformada por gente pobre”. La ocupación en la empresa paraeconómica o paramilitar es una vía de ascenso social y económico, o una de las formas más fáciles de rebusque. Así los muy ricos y los muy pobres terminan conformando la base social de la parapolítica, se analiza.
5. Hay parapolítica porque el afán de lucro y los macroproyectos presionan. Esta es, para otros, una de las razones de fondo. Grandes vías, canales, hidroeléctricas, explotaciones auríferas, carboníferas o petroleras, oleoductos, búsqueda de salidas al Pacífico donde se supone está el futuro, la voracidad de los narcos por las mejores tierras, desatan la acción de actores armados para desalojar, desplazar a pequeños propietarios, campesinos, comunidades indígenas y negras. Juiciosos estudios sobre el desplazamiento forzado así lo han demostrado.
No hay desplazamiento porque hay guerra, sino que hay guerra para que haya desplazamiento. El gran capital necesita la tierra, el territorio, se advierte. Las cuatro primeras razones son exculpatorias, la última apunta a desentrañar una de las causas profundas del fenómeno paramilitar. A primera vista todo parecía correcto y natural. Pero el fin no justifica los medios, la acción criminal no se justifica nunca, en ninguna de sus formas, por bondadosos que parezcan sus motivos y sus objetivos. Siguiendo lógicas como estas se envileció la economía, la política, la gestión pública, la vida misma se tornó insignificante y despreciable.
El atajo, la ilegalidad, el abuso de poder, el fraude electoral, el despojo de tierras y bienes, la justicia por propia mano, las bandas armadas de civiles apoyados por la fuerza pública, las masacres, la motosierra, el asesinato selectivo, la desaparición y el desplazamiento forzados, el saqueo de los bienes públicos, la intimidación, la tortura, el terror en todas sus formas contra la población civil no pueden, en ninguna circunstancia, despojarse de su naturaleza de delito y de crimen.
El paraestado no reemplaza al Estado. Una violencia criminal no se combate con otra violencia criminal. Nadie puede nunca hacer la ley por su propia mano. No puede buscarse el desarrollo a través del negocio ilícito. Los objetivos de lucro del gran capital no hacen legítimo el abuso de poder y el empleo de la barbarie contra la población. A un altísimo precio estamos aprendiendo estas verdades, nunca debimos ignorarlas.
Cada dìa son màs claros los episodios recientes en que se han aliado la delincuencia y la política. Hoy mismo estamos viviendo uno de los momentos màs reveladores de ese nefasto matrimonio. La actualización de los hechos de una campaña presidencial financiada por el narcotráfico (el 8000) y el progresivo descubrimiento de otra campaña presidencial montada, al menos en la Costa Atlàntica, desde los meandros de la narcopolìtica y la parapolìtica, muestran en un solo golpe de vista la increìble perversión de la polìtica ocurrida en las últimas décadas.
No puede aceptarse que las mafias se conviertan, con toda facilidad, con calculada impunidad, en actores políticos a través de un supuesto proceso de paz. Se requiere un gran acuerdo nacional para cerrar el paso a la parapolítica hoy y siempre, comenzando por impedir que las elecciones del 2007 y del 2010 sean otra pesadilla y otra vergüenza para la democracia colombiana.
Colombia no puede seguir en manos de la narco y la parapolìtica. Saber porqué ha habido parapolítica, sirve a tres efectos de importancia definitiva para el futuro de la nación: evitar que la barbarie vuelva a repetirse, impedir que la impunidad cubra crímenes de lesa humanidad, remover uno de los màs grandes obstáculos para la reconciliación y la paz.
Gobierno de uribe y el narcotrafico
Gobierno de Uribe y el terrorismo paramilitar (wiquipedia)