martes, 18 de enero de 2011

Referéndum en Sudán: El conflicto imperialista ocultado

¿Pasará Sudán de un conflicto interno de gran intensidad a un conflicto bilateral (con dos nuevos estados) de baja intensidad, con la actuación de los países imperialistas?

Anibal Garzón



El país olvidado internacionalmente, Sudán, ha dejado en menos de una década a millares de muertos de la población civil, desparecidos, y refugiados en países vecinos como el Chad. Ayer, domingo 9 de Enero de 2011, después de largas negociaciones, se inició un proceso electoral de Autodeterminación de 4 millones de votantes, que durará hasta el 15 de enero para conocer el resultado del nacimiento o no de un nuevo estado en África (la región del sur de Sudán). Noticias como esta no deben dejar de lado el análisis histórico para conocer de antemano lo que sucedió en un pasado cercano y como se proyecta el próximo futuro.

Conflicto entre norte y sur

Darfur es una región musulmana situada al oeste del Sudán y ha sido, hasta ahora, el escenario de una de las peores crisis humanitarias del siglo XXI. En febrero de 2003 dos grupos rebeldes, el Ejército de liberación del Sudán (SLA) y el Movimiento por la Justícia y la Igualdad (JEM), se levantaron contra el régimen islamista del gobierno de Omar al-Bashir reivindicando el fin de la marginación política y económica del Darfur. La rebelión del JEM y del SLA provocó que el gobierno y las milicias árabes pro-gubernamentales, denominadas Yanyawid, respondieran con una brutal represión y ataques indiscriminados contra la población civil. Este conflicto se ve reforzado por la disputa histórica del control de los recursos naturales de las diferentes comunidades que habitan en la región (tierras, petróleo y agua), y por las diferencias étnicas y religiosas (árabes y musulmanes contra cristianos y animistas) que mantienen los bandos opuestos.

El conflicto sudanés entre las fuerzas del gobierno central, árabes y musulmanes, y las fuerzas rebeldes del sud, cristianos y animistas, ha estado permanentemente en guerra desde su independencia (1953), salvo un período de once años entre 1972 - 1983. En 1956 estalla la primera guerra civil entre el norte y el sur del país. Los rebeldes del sur continuaron levantándose en armas para obtener un cierto grado de autonomía que consiguieron en 1972 con la firma de paz de Addis Abeba. Este acuerdo de paz se derogó en 1983, cuando el entonces presidente Nimeiri decidió debilitar la unidad del sur dividiendo la región en tres partes y privándoles del derecho de controlar sus propios recursos, entre ellos el petróleo.

Las conversaciones de paz no se volvieron a reestablecer hasta el 2002 apoyados por Kenia bajo el auspiciado de la Autoridad Intergubernamental para el Desarrollo (IGAD). En el transcurso de las negociaciones de paz, se han firmado seis protocolos que incluye la celebración de un referéndum de autodeterminación en 2011 para el sur, tras un primer periodo de transición, el reparto de los beneficios del petróleo entre el norte y el sur, y fórmulas para compartir el poder político. Primero se redactó el alto el fuego provisional según el Acuerdo de Entendimiento firmado el 19 de noviembre de 2004 entre las partes, y en el 2005 se firmó el Acuerdo Integral de Paz, como transición final hacia el proceso de paz y la formalidad oficial de la consulta popular sobre la independencia del sur. Las intensas luchas en Darfur desde principios de 2003 y el grave deterioro de la situación humanitaria ha empeñado este extenso proceso de paz que deberá poner fin a la guerra más larga del continente africano.

El conflicto armado del Darfur se caracteriza por la lucha por el control de la región, protagonizada por movimientos revolucionarios, y élites que se disputan el poder. La región incluida en el estado del Darfur lucha para lograr un mayor grado de autonomía. La etnicidad, la identidad comunitaria y la religión también juegan un papel importante. El conflicto es reforzado por la ausencia de un control gubernamental efectivo, el fracaso más grande es el de la incapacidad de proporcionar una seguridad mínima humana para los individuos. Así que podemos decir que la crisis del Darfur es debida a la suma de una multiplicidad de factores tales como: el fracaso de integración en los intentos de creación de Estado-Nación, por las dificultades que ha dejado la descolonización que provocan disputas fronterizas y conflictos por la posesión de las tierras y agua, el conflicto también tiene un carácter religioso pero cabe decir que la mayoría de las disputas religiosas son el resultado de la manipulación ejercida por líderes políticos o religiosos; la ausencia de democracia y la desigual distribución de la tierra, ausencia de participación política y problemas en la distribución del bienestar, búsqueda de la protección de la propia identidad, como punto trascendental lo intereses de los países imperialistas. Al finalizar la Guerra Fría, la URSS abandonó a muchos de sus socios (Etiopía, Angola, Vietnam, Afgaistán...), y Occidente abandonó también a muchos otros aliados en el Tercer Mundo. En el caso del Sudán, las tropas británicas se retiraron cuando el país fue innecesario para sus fines estratégicos. La retirada de estas potencias militares no ha significado volver a la paz, sino entrar en una nueva fase conflictiva, donde los ejércitos de potencias imperialistas pasan el papel a las multinacionales y su financiación a grupos armados locales y paramilitares.

En Sudán, después de la Guerra Fría, el conflicto de base más clasista y de confrontación entre ejército y guerrillas, se transforma en nuevas estrategias: limpieza étnica, exterminio, genocidio contra la población civil. Si en la I Guerra Mundial el 17% de los muertos fueron civiles, en Darfur asciende al 90% de la población civil. Esta guerra civil fue extremadamente pasional y cruel, acompañada de terror, se busca humillar al enemigo, descalificarlo moralmente, destruir señas de identidad, el objetivo ya no es ganar sino exterminar al enemigo. Como dice Tusell " se aterroriza al adversario de una manera inmediata mediante la exposición de cadáveres; después además, se utiliza la imagen del terror ajeno como medio para demostrar la barbarie del adversario, y justificar la exarcebación terapuéutica del propio terror". Después de 15 meses de conflicto, entre 2003 y 2005, se habían desplazado más de un millón de personas de Sudán a países vecinos como El Chad, y se ha cobrado más de ciento ochenta a mil víctimas mortales. Por esto mismo cabe tener en cuenta la extensión de este conflicto a otros países de la zona: Eritrea, Uganda, Etiopía o el Chad, así como el pésimo intervencionismo mediador de la Unión Africana.

La injerencia internacional

El conflicto de Darfur es un capítulo más de la interminable crisis del Sudan, al causar millones de víctimas mortales. La raíz del conflicto se encuentra en las luchas armadas entre el norte árabe-musulmán y el sur negro-cristiano, pero a las complicaciones inherentes a este hecho hay que añadir las que se derivan del juego de intereses en las grandes líneas de fricción internacionales del momento.

Actualmente, cuando parecía que el conflicto norte-sur se encontraba en vías de solución a inicios del siglo XXI, la creciente implicación norte-americana a favor de los rebeldes del sur, ha estallado un nuevo foco de luchas en la región de Darfur, frontera con el Chad. Las negociaciones de paz para el conflicto del Norte y Sur, iniciadas en diciembre de 2003, desembocaron en la firma de una tregua en abril y un protocolo de paz en mayo del mismo año. Sin embargo ninguno de los contendientes respetó los acuerdos firmados que solucionaban, al menos sobre el papel, los grandes puntos de conflicto entre los rebeldes y las autoridades de Jartum: la repartición del poder e influencia territorial, la autonomía para las regiones del sur, la participación de estas regiones en la repartición de la riqueza del país, y la regulación de la aplicación de la sharia o ley islámica por parte del gobierno central. En el proceso de paz entre el norte de Sudán y el sud de sudán, firmado en Kenya con mediadores internacionales, negociaban el gobierno central de Jartum y el SPLA pero no se incluían al JEM y al SLA. Este último hecho hizo que el JEM y el SLA se levantaran contra el gobierno acusándoles de marginar políticamente la región de Darfur.

La crisis de Darfur no es más que otra cara de un conflicto muy complejo, provocado por diferentes y oscuros motivos. Darfur es una región pobre, semidesértica y densamente poblada, por ello la repartición del agua y de las tierras fértiles también se convierte en un factor con potencial conflictivo, al igual que la administración de otros recursos naturales como el petróleo. La región sudanesa del Darfur también reclamó la fracción de recursos que le pertocan y denunció la marginación económica. Ante esta revuelta, el régimen islamista, dirigido desde Jartum por Omar el Bechir, encargó la represión a las milicias Yinjawed, grupos de nómadas árabes famosos por su crueldad. Ahora, sin hacer ningún caso a la presión internacional, Omar El Bechir se negó a desarmarlas, no haciéndose responsable de sus actos. No obstante, Amnistia Internacional denunció la existencia de 16 campos yinjawed, cinco de ellos organizados y mantenidos por el ejército. De esta forma, el gobierno del Sudan violó los compromisos que había adquirido con la firma del Plan de Acción ONU-Sudan, ratificado el mes de agosto pasado de 2004, y bloqueó cualquier iniciativa de paz.

A todos estos problemas internos tiene que sumarse la mala actuación de la comunidad internacional. Pese al crecimiento de la ayuda humanitaria de los últimos años, los Estados Unidos, Francia y China, entre otros, se mostraron mucho más preocupados por defender sus intereses que por el destino de la población civil. El intento de la ONU para establecer sanciones contra los yinjawed y el gobierno que los financiaba se ha encontrado siempre con el bloqueo de Francia, Paquistán, China, Estados Unidos, entre otros.

La existencia de una limpieza étnica en estas regiones del país no es casual. La mayor parte de las poblaciones desplazadas se encuentran en zonas próximas a algunos de los grandes yacimientos petrolíferos del Sudan. En este sentido, los rebeldes se mueven por los mismos impulsos. Según un informe de Human Right Watch, “Sudan, Oil an Human Rights”, las compañías de petróleo violan los derechos humanos o permiten que se violen ya que resultan beneficiarias directas de esa limpieza étnica. Entre otras ilustres petroleras el informe destaca cuatro: la canadiense Talismán, la Nacional China Petroleum, Petronas, y la austriaca OMV. También cabe destacar Total, que gracias a la actividad diplomática de Francia en defensa del Sudan ante las Naciones Unidas, ha conseguido recuperar su influencia en la región, perdida el año 1983.

Pero no son estos los únicos actores internacionales que han tomado partido en esta crisis. China, por ejemplo, necesitada de petróleo e influencia en países productores, ha vendido armas al gobierno del Sudan a cambio de una parte sustancial en el repartimiento de prospecciones. Los Estados Unidos se posicionaron con los rebeldes del sur, muy bien vistos por Bush y sus partidarios, y cada vez más radicales a medida que recibían más soporte de los norteamericanos.

Mientras esas grandes potencias se pelean para recibir el trozo más grande del pastel, la situación en el país empeoró por momentos. Las negociaciones de paz fracasaron varias veces; el plan de la ONU para el Sudan no se puso en marcha, y las amenazas sobre la aplicación de sanciones no fueron efectivas. Entretanto, los yinjawed siguieron actuando con total impunidad, emparados por el gobierno y consentidos por las multinacionales.

Los actores implicados en el conflicto del Darfur se puede clasificar según el criterio territorial siguiente: actores dentro de la región en cuestión y actores que no pertenecen a dicha región pero que están relacionados con el conflicto, es decir, internos y externos.


INTERNOS

1) Población civil: en Darfur, zona regional de Sudán, hay casi 6 millones habitantes, que se dividen a su vez en más de 80 grupos tribales. Su idioma oficial es el árabe, aunque existen 134 lenguas vivas no oficiales. La esperanza de vida gira entorno a los 56 años. En cuanto a la religión, un 70% son musulmanes, un 25% animistas y un 5% cristianos. Y por lo que se refiere a etnia, el 52% son negros; el 39%, árabes; el 6%, beja; y el 2% extranjeros. El papel de esta población ha sido el de víctima de los ataques gubernamentales y de las milicias yanyawid, sobre todo aquella población de etnia afro-negra, pero incluso musulmanes. Se deben considerar un total de 200.000 víctimas mortales y 1 millón de desplazados internos y fuera del país. De toda la población ha surgido movimientos rebeldes como las JEM y el SLA, que se detallan más adelante.

2) Gobierno sudanés (en la capital, Jartum): Actualmente lo preside el islamista Omar Al Bashir miembro del Partido del Congreso Nacional. Gobierna desde 1989, habiendo provocado un golpe de estado para poner fin al gobierno del electo Sadiq Al Madhi. Estableció un régimen militar y su gobierno se caracteriza por la política de islamización, promulgando la Sharia (Ley Musulmana) para todo el territorio. Recibe influencias del Frente Islámico Nacional. Ejerce represión, sobre todo, contra los no-árabes, y da apoyo implícito a la actuación violenta de organizaciones paramilitares como la milicia Yanyawid. Recientemente ha negociado, de forma definitiva –aparentemente- la paz con el sud del país. Le quedó pendiente la situación de la región Darfur donde mantiene ataques mediante su fuerza militar y la de las milicias Yanyawid. Además, está dando largas a tratados que firma con la ONU. Por ejemplo, no está desarmando a las milicias Yanyawid, tal como prometió.

3) Milicias árabes Yanyawid: las forman gente de tribus nómadas locales. Antes se les denominaba Muharilin. Ahora se les llama Yanyawid (que significa jinetes armados). Suelen ir a caballo o camello. Atacan a los poblados dedicados a la agricultura, como los fur, los masalit y los zaghawa. Su objetivo es arabizar la zona de Darfur, expulsando de la misma a los habitantes negros, en una lucha, a su vez, por los escasos recursos naturales (agua, tierra fértil) y valiosos para comercio, como el petróleo. Hacen operaciones de tierra quemada. Roban para enriquecerse.

4) Movimiento/Ejército de Liberación de Sudán (SLM/A): surgen a raíz de los acuerdos de pacificación entre el norte y el sud del país, tratados de paz en los que no se dedicaba parte al conflicto regional de Darfur. Formado por rebeldes de antigua formación soviética y del Frente Nacional Islámico, entre los que predominan jóvenes graduados y gente de los centros urbanos, y liderados por Ahmed Nur, reivindican que se les escuche, que se les tenga en cuenta porque buscan una solución dada su especificidad como región histórica con su propia problemática. Algunas fuentes rebelan que reciben apoyos de material, formación y estrategia por parte del SPLA –más adelante descrito–, con intereses en la solución también de ese conflicto. Quieren la separación de Estado y religión.

5) Movimiento de Justicia e Igualdad (JEM): surgen casi al mismo tiempo que el SLA. Son igual que ellos, gente inexperta pero con voluntad para reivindicar sus demandas y protestar por la marginación que el gobierno practica con las periferias. Khalil Ibrahim es su líder. Esa conjunción de aspiraciones que hay entre SLA y JEM se ve en todo menos en que el JEM no pide la separación entre Estado y religión. Últimamente han sufrido un deterioramiento de la disciplina y han atacado contra civiles.

6) Ejército Popular de Liberación de Sudán (SPLA) de John Garang: su papel en este conflicto es de apoyo concreto en la elaboración de la declaración política del SLM/A, además de subministrarles –según algunas fuentes- armas, dotarlos de entrenamiento y transmitirles planes estratégicos.

EXTERNOS

1) Países fronterizos: Chad, Kenya: el Chad es el país fronterizo con Sudán que está recibiendo más refugiados de Darfur, dada su proximidad a esa región. Es uno de los 10 países más pobres del mundo. Está sufriendo una explosión demográfica, ahora acentuada por las ingentes llegadas de refugiados. Hasta el momento ha estado en la mediación del conflicto. Se retiraron por amenazas de las milicias Yanyawid. Kenya es destacable porque ha sido un país que se ha ofrecido para albergar encuentros de paz entre el norte y el sud de país. Ahora parece que vuelve a estar en la mediación para solucionar el conflicto en Darfur.

2) Países con negocios petrolíferos (EEUU, China, Francia, principalmente): en la región hay inversiones petrolíferas de China y Francia. Junto con EEUU, los tres países son miembros del Consejo de Seguridad de la ONU. EEUU tiene un interés especial en posicionarse en contra del gobierno sudanés. Por tanto, defiende cualquier causa que se le oponga, ya que considera al régimen de Jartum “amigo” de los terroristas. La posición interesada de estos países hace que toda resolución de la ONU sea con su beneplácito. Ello supone que el resultado final de la resolución sea mínimo por lo que se refiere a avances de pacificación.

3) Países islámicos que apoyan al gobierno de Jartum: hay que destacar sobretodo a Irán como país que apoya al gobierno de Al Bashir. Ha firmado hasta el momento más de 30 acuerdos económicos con el gobierno de Sudán, ha lanzado empresas, ha formado al ejército y a la inteligencia al servicio gubernamental. Incluso a abastecido de petróleo y de pasdaranes (Guardianes de la Revolución) al gobierno islamista de Al Bashir.

4) Organizaciones Internacionales: UA, ONU, UE, FMI, Banco Mundial, ONG: Hay una intervención en ayuda humanitaria, de vigilancia y de observación. En ese aspecto, la Unión Africana (UA) sí han puesto más énfasis. Las ONG tienen un papel de atención médica y de ayuda humanitaria en general. Hay una falta de mediación por parte del organismo internacional más relevante, la ONU. Sólo ha acordado varias resoluciones que, sin embargo, dejan dudas de cómo se solucionará en su globalidad.

¿Finalizará el conflicto?

El conflicto de Darfur, más allá del planteamiento simple que se ha pretendido vender a la comunidad internacional de una guerra religiosa o étnica sin más, traspasa las fronteras de la religión. En la batalla subyace una crisis de base política y económica.

El origen de los enfrentamientos es la gran desigualdad entre el desarrollo del norte, árabe e islamista, y las comunidades negras del sur, cristianas y animistas. Las fuerzas coloniales británicas alimentaron esta desigualdad. Después lo hicieron los gobiernos de Jartum, que han tratado imponer el modelo de Estado islámico y centralizado en todo el país.

Por todo ello, la raza negra ha sufrido un permanente sometimiento a la población árabe. No obstante, la clave del conflicto es más económica que religiosa. Se centra en la lucha por el control de los recursos naturales. En el norte se concentra la actividad comercial y agrícola, las redes de transporte terrestre y marítimo, mientras que el sur alberga las fértiles tierras de Renk, la zona petrolífera de Bentiu y los yacimientos de níquel y uranio.

Lo que en principio nació como un conflicto étnico pronto adquirió carácter de guerra civil. Los fundamentalistas insistían en transformar el país en un estado islámico. La máxima presión llegó con el dictador Yaafar el Numeiri, que impuso en 1983 la ‘Sharia’ en todo Sudán. La población negra perdió entonces la limitada autonomía que había logrado en 1972 tras la primera guerra civil para ser de nuevo ultrajada y sometida por los árabes del norte. Nació entonces como respuesta la principal organización rebelde, el Ejército de Liberación del Pueblo Sudanés (ELPS), de John Garang. Pero cuando realmente se agravó la situación fue en 1989, tras el golpe de Estado de Omar Hasán al Bashir: se impuso con dureza la ley islámica en todo el país y se erradicó toda libertad.

Éstas son las causas históricas. Vayamos a la situación actual. La población en Darfur se divide en las tribus nómadas árabes ganaderas y las tribus negras agrícolas y sedentarias. En cuanto al conflicto económico, existe una evidente disputa por el control de los recursos naturales de la zona: la tensión ha aumentado a medida que la relación entre disponibilidad de agua y población se ha agravado. Además, el componente religioso, anteriormente apuntado, no es lo principal pero sí es importante: se enfrentan un norte árabe y musulmán contra un sur africano cristiano y animista. En este último conflicto apuntado, el gobierno central de Jartum está negociando con el SPLA (Ejército de Liberación Popular de Sudán) para obtener la paz, sin embargo en el proceso de mediación no tiene en cuenta a todos los actores implicados; el SLA y el JEM también serán marginados esta vez, el gobierno los considera simples grupos revolucionarios; la no inclusión del SLA y del JEM, en la pacificación del norte y el sur del Sudán, agrava aún más la tensión que existe entre la región del Darfur y el gobierno central. A los problemas religiosos y económicos se le suman problemas políticos y administrativos, que tienen que ver con la autonomía de la región y su situación.

Podemos clasificas básicamente en cuatro la casuística del conflicto en la región de Darfur. Así, debemos tener en cuenta: la marginación histórica del sur de Sudán, la demanda de más autonomía para la región, la inclusión en el proceso de paz con el SPLA (Ejército de Liberación Popular de Sudán), y las disputas por el control del poder y los recursos con la participación de multinacionales. Éstas son bases suficientes parar desencadenar un conflicto armado. Encontramos problemas de base económica, religiosa, política y administrativa, principalmente. Analicémoslos en más profundidad.

Según el SLA y el JEM, los tres estados que componen la región de Darfur han sido tradicionalmente ignorados por Jartum. Las políticas económicas dirigidas desde el poder central han beneficiado siempre a las comunidades árabes y han discriminado a las comunidades de origen africano. Esto no ha hecho más que aumentar la pobreza y el subdesarrollo de la región.

El SLA y el JEM también demandan mayor representación en las instituciones de ámbito nacional, debido a su nula participación en estas instancias a pesar de que los tres estados concentran el 25% de la población total del país. Así pues, la distribución administrativa es un acicate más del conflicto. También se demanda mayor autonomía para la región. SLA y JEM exigen la reconstitución de Darfur como un único estado o región. También piden la derogación de algunos administrativos que el Gobierno realizó en 1994 para favorecer a sus aliados políticos y debilitar las estructuras tradicionales de poder. Llevar a cabo todo esto, en base a la posible futura independencia del sur según el resultado del próximo referéndum, sino se elabora con un buen proyecto institucional puede implicar una destrucción total del sistema actual administrativo y un reestablecimiento del poder tradicional entre las tribus de la región, lo cual es complicado administrativamente, ya que todos estos cambios deben partir de una profunda reforma del sistema político. Además, las actuaciones de los actores imperialistas internacionales pueden perjudicar duramente el desarrollo del posible nuevo estado. SLA y JEM también han exigido ser tenidos en cuenta en las negociaciones entre el Gobierno y el SPLA. Los grupos quieren que sus exigencias se tengan en el mismo nivel de consideración que las del SPLA.

Por último, encontramos las disputas por el control del poder y los recursos. Desde hace décadas las diferentes comunidades que habitan la región se han enfrentado por el acceso a la tierra fértil, el agua y a los escasos recursos (debemos tener en cuenta que el Sudán es un país con una franja desértica extensa), así como por su presencia en las instancias políticas regionales y estatales. Sudán cuenta con el petróleo y gas natural como principales recursos económicos, tan solicitados por el mercado internacional. Se estima que las reservas de petróleo están entre los 600 millones y 1,2 billones de barriles y las de gas natural sobre los 3 trillones de pies cúbicos.

Una vez se conozca el resultado del referéndum, posiblemente con la victoria de la independencia de la zona sur, los sucesos pos-electorales serán de primer orden para la marcha de una convivencia pacífica entre los dos nuevos estados. Entre los problemas existentes será el reparto de las reservas petroleras, muchas de las cuales están en zonas fronterizas, o la convivencia de inmigrantes de la zona sur que residen en la zona norte,… pero sobre todo la actuación de los países imperialistas del Consejo de Seguridad de la ONU, como Rusia, China, Francia, Gran Bretaña o los Estados Unidos, que buscaran adentrarse para obtener ganancias extremas en su control político y económico en base a las reservas de petróleo. ¿Pasará Sudán de un conflicto interno de gran intensidad a un conflicto bilateral (con los dos nuevos estados) de baja intensidad? Los siguientes meses nos darán la respuesta, ahora tocar saber si se fundará o no un nuevo estado africano.

Fuente: Kaosenlared

Túnez o la historia imprevista



Pepe Gutiérrez-Álvarez
www.kaosenlared.net

Sobre el papel, no había el menor indicio de que una revuelta pudiera estallar en Túnez, y que lo hiciera de una forma espontánea, con un ímpetu tal que ha enviado al dictador del FMI al exilio y está conmoviendo socialmente toda la región.

Inmersos en el vivir de cada día, se suele aceptar la creencia que esto es lo que hay, que no hay más cera que la que arde, y que la situación nunca va a cambiar. No obstante, la historia suele tener giros imprevistos y los ejemplos son abundantes y no tan conocidos como debieran.

Anotemos algunos al vue
lo: en vísperas de la revolución de febrero de 1917, un Lenin pesimista declaraba que no parecía probable que su generación llegara a ser testigo de la revolución; hay testimonios de que apenas un año antes de la instauración de la II República en el Estado español, la monarquía asistía a un baño de muchedumbres…Días
antes del estallido de las barricadas de mayo del 68 en Francia, un conocido locutor dictaminaba que Francia se aburría; en el momento de los primeros brotes de la “revolución de los claveles” en abril de 1974 en Portugal, Laureano López Rodó, luego uno de los “padres” de la Constitución española, y por entonces ministro de Franco, se permitió declarar algo así que las noticias recibidas no podían ser, y además eran imposibles.

La verdad es qu
e, sobre el papel, nadie o muy poca imaginaba algo de lo que ha sucedido. Hace unos diez años que tuve ocasión de pasar una semana, y estuve viajando de un extremo a otro del país. En ese tiempo no recuerdo haberme tropezado con ninguno de los indicios como pintadas aquí y allá, algo que era de los más normal en la españa de Franco desde principios de los años sesenta. Me di varias vueltas por las librerías, y no encontré nada que permitiera pensar
sobre la existencia de una contestación cultural. Interrogando al guía, un muchacho que sabía varios idiomas y que tenía una cultura considerable, lo único que arranqué en un momento dado fue una exclamación según la cual aquello era una m…de dictadura. No hace muchos, a partir de mis artículos sobre cine y revolución en Kaos, me llegó una propuesta de unas jornadas sobre el cine y la guerra española en la universidad, pero la última noticia fue que no habían obtenido e permiso debido.

Además, se puede afirmar sin miedo al error que “nuestros “diarios nunca, o al menos muy raramente, dijeron nada sobre la situación en que se vivía en tan vecino país, y desde luego, ninguna de esos plumíferos que dedican buena parte de su tiempo ha clamar por el “Estado de Derecho” en Cuba, dedicó nunca ni media línea a la situación de la mayoría trabajadora, de las mujeres y de la juventud en un país que para nosotros se había convertido en tierra de turismo…

Por el contrario, sí se podrá encontrar en dichas hemerotecas datos como los que suministra Juan Goytisolo en un artículo en El País, noticias sobre la estrecha cooperación del gobierno de Felpe González con la dictadura, de cómo éste “reformador” estuvo en Túnez, y no tuvo la menor atención con sus compañeros de la Internacional llamada socialista, y del entusiasmo de Moratinos (que ahora dice que si lo eligen presidente de la FAO podría acabar con el hambre en el mundo, demostrando una vez más lo poco que cuesta hablar- con el régimen, lamentando que Europa no le dé el trato referencial que le está dando a Marruecos, país amigo sobre el que ni editorialistas ni tribunalistas han mostrado nada que objetar. Durante estas semanas, los silencios sobre lo que estaba sucediendo en la calle se han hecho clamorosos. Nuestro gobierno ha mostrado una vez más a quien obedece, de su seguimiento de la política colonial europea. Zapatero ha sido tan miserable como Sarkozy al que –que nadie lo olvide- le echó un capotazo en el sucio asunto de los gitanos rumanos.

Sin embargo, aunque tampoco se diga nada de ello en nuestros medias, seguro que ahora sí que tendrá lugar una intervención al mayor nivel con la finalidad de que el levantamiento de masas contra la dictadura y su política económica –que no es otra que la del FMI-, no vaya más allá de un cambio en la fachada, y no han faltado los opositores que han evocado el ejemplo de la Transición española lo que puede traducirse en el encauzamiento de las movilizaciones desde abajo hacia un Estado que cambia lo secundario para mantener lo fundamental: el poder político y económico bao el control de los poderosos ahora legitimados por la “democracia”. Sin embargo, no parece que la maniobra vaya resultar tan fácil, sobre todo porque lo que hay detrás de todo es un punto final a la resignación, amén de una demostración de que cuando un pueblo die basta es capaz de llegar muy lejos. Ocurre pues que se acaba un ciclo, y comienza otro que conecta con lo los brotes de indignación juvenil que ya se ha manifestado en otros países del Magreb, y que también se había mostrado con violencia en la misma Europa.

La historia ha demostrado que el tiempo de las ocupaciones coloniales como las que ha protagonizado Estados Unidos después de la caída del muro, ya no son posibles. Esto ya resultó más que evidente en el Vietnam, y también en Argelia. La evolución histórica ha dado lugar a un desarrollo del movimiento obrero y democrático nacional que, cuanto menos, no permite lo que sí fue posible a lo largo del silo XIX y principios del siglo XX. Lo que ahora está en la agenda es otra demostración: el capitalismo no puede apretar la tuerca impunemente, una y otra vez. Ni tan siquiera puede hacerlo con los instrumentos policiales de las dictaduras, llega un momento en el que el pueblo llano, aparentemente sometido por la suma de derrotas y por las exigencias de supervivencia cotidiana, dice NO.

Se está agotando la creencia de que no existen alternativas, y se está agotando porque la realidad la están haciendo cada vez más insoportable. No hay alternativas cuando el pueblo se resigna, pero llega un momento en el que esta enfermedad que ha acabado con toda la izquierda institucional incluso como medos de mejoras parciales, se acaba, y todo comienza de nuevo. Los que hemos visto las masas sublevadas en los puestos de trabajo y en las calles, sabemos que el mundo puede cambiar, De hecho, ya lo está haciendo.