viernes, 14 de mayo de 2010

Un canto a Lena Horne

Amy Goodman, 13 de mayo de 2010


Lena Horne murió esta semana a los 92 años. Además de haber sido una excelente cantante y actriz, fue por sobre todas las cosas una activista pionera de los derechos civiles, que logró romper las barreras raciales en beneficio de las generaciones de afroestadounidenses que la sucedieron. Luchó contra la segregación racial y el macartismo, fue incluida en la lista negra, y sin embargo persistió y logró fama y éxito mundial. Su abuela la inscribió como la miembro más joven de la Asociación Nacional para el Progreso de la Gente de Color (NAACP, por sus siglas en inglés) a los 14 meses de edad.


La suya es la historia del siglo 20, del lento camino hacia la igualdad racial, y de la perseverancia extraordinaria.


La carrera de Horne comenzó en el reconocido Cotton Club de Harlem, donde los afroestadounidenses actuaban exclusivamente para un público blanco. Formó parte de varias orquestas, entre ellas una de las primeras bandas multirraciales, y luego logró el primer contrato importante de largo plazo para un actor afroestadounidense con un reconocido estudio de cine de Hollywood, la Metro Goldwyng Mayer. Su contrato incluía cláusulas que establecían que no representaría el papel esteroetípico de la criada negra. Sin embargo nunca le dieron papeles de actuación principales, solamente escenas en las que cantaba como solista. “Me veía bien, estaba parada contra una pared y cantaba sin parar. Pero no tenía relación con los demás personajes”, le dijo al New York Times en 1957. “Mississippi no quería que yo estuviera en sus películas. Era un hecho aceptado que cualquier escena que hiciera sería eliminada cuando la película fuera exhibida en el Sur”. Durante los años de la Segunda Guerra Mundial salió de gira con las Organizaciones del Servicio Unido (USO, por sus siglas en inglés), para entretener a los soldados. En el Campamento Joseph T. Robinson, en Arkansas, se enteró de que actuaría para un público exclusivamente blanco. Luego, realizó una actuación improvisada para los soldados afroestadounidenses y, una vez más, se ofuscó cuando se permitió a los prisioneros de guerra alemanes que estaban en la base ingresar al comedor militar. Insistió en que los expulsaran.


En una entrevista con Radio Pacifica en 1966, Horne recordó un momento decisivo de su vida ocurrido en Cincinnati. Estaba de gira con una banda, y en la noche de la pelea de boxeo entre Joe Louis y Max Schmeling, de la Alemania nazi, Horne, a quien no le interesaba el boxeo, se encontró a sí misma parada detrás del escenario junto a los otros miembros de la banda, esuchando la pelea por la radio y alentando a Louis: “Le estaban pegando duro y yo estaba llorando, gritando y mi madre, que estaba ahí, de pronto me preguntó ‘por qué estás llorando así’ y le dije, ‘Es mío y no quiero que le ganen. Es nuestro’. Creo que esa es la primera vez que recuerdo haberme identificado con otro negro de esa forma. Me estaba identificando con el símbolo que teníamos, de un hombre poderoso, una fortaleza inexpugnable. Y no me había dado cuenta de que sacamos fuerza de estos símbolos”.


Paul Robeson, el gran cantante y activista afroestadounidense, tuvo una gran influencia sobre Lena Horne. En la entrevista con Pacifica, Horne recordó: “Paul me enseñó a estar orgullosa de ser negra. Siempre había sentido este orgullo, este orgullo fuerte, casi estéril, porque mi abuela me había dicho: ‘Debes estar orgullosa’. Pero nunca me contó sobre el horror de su entorno. La gente no hablaba de eso. Y luego murió. Y yo me estaba involucrando cada vez más en esa trampa de clase media con negros que quizá tenían un trabajo, pero que tampoco hablaban de eso. Yo trabajaba ya cuando tenía dieciséis años y con Sissle, con organizaciones, pero nunca me dijeron las razones por las que tenía derecho a sentir ese orgullo. Paul fue el primero que se acercó y me dijo ‘Tu abuela era una mujer fuerte que me ahuyentaba de las calles de Harlem’. Y ella era así, y ella era asá. Y le dije ‘¿De verdad? Nadie me había dicho eso’. El respondió ‘¿Por qué? Era una maravillosa mujer negra, porque quería ayudar a su gente, y sentía que tenía el derecho de hacerlo. Y ella hizo que la expresión nobleza obliga, significara estar orgulloso de su gente’. Y le dije, ‘Pero nadie jamás lo había dicho’”. Y él se se sentó durante horas y me contó sobre el pueblo negro. Ya sabes, lo leí en algunos libros, pero nunca lo aprendí en la escuela; no lo enseñan en los libros de historia. No podía enterarme de nada salvo que realmente en ese entonces me hubiese mudado del Sur y hubiese estado con gente negra que estaba realmente aterrorizada, y no podía hacer nada al respecto. Y no me habló a mí como símbolo de una chica negra linda que cantaba en un club. Me habló sobre mi herencia. Y es por eso que siempre lo quise.”.


James Gavin escribió la biografía definitiva de Lena Horne titulada “Stormy Weather”.


Me dijo: “Lena Horne fue una mujer muy valiente y no se le da crédito por su activismo en la década de 1940, en una época en que muchos artistas negros que ella conocía simplemente aceptaban las condiciones del momento como eran dadas y temían alterar el orden de las cosas y perder su trabajo. Y Lena nunca dudó en decir lo que pensaba”.


Gavin describió la participación de Horne en la Marcha sobre Washington de 1963, donde tomó el micrófono y soltó la palabra “¡Libertad!”. También apareció junto al gran líder del movimiento por los derechos civiles Medgar Evers en una manifestación de la NAACP, apenas días antes de que fuera asesinado. Trabajó con Eleanor Roosevelt en la legislación contra el linchamiento, y apoyó al Comité de Coordinación Estudiantil de la No Violencia (SNCC, por sus siglas en inglés), y al Consejo Nacional de Mujeres Negras (dirigido por Dorothy Height, otra líder de los derechos civiles, que murió el mes pasado a los 98 años).


El biógrafo de Horne, Gavin, dice que ella se sentía angustiada porque pensaba que no había hecho lo suficiente. Pero la actriz Halle Berry discrepa con Horne. Cuando Berry se convirtió en la primera mujer afroestadounidense en ganar un Premio de la Academia a mejor actriz en 2001, muy emocionada mientras sostenía el Oscar en alto en su discurso de aceptación, dijo: “Este momento me excede. Este momento es para Dorothy Dandridge, Lena Horne, Diahann Carroll. …Y es para las mujeres de color anónimas, cuyas caras y nombres aún no conocemos, que ahora tienen una oportunidad porque esta noche se abrió una puerta”.