2011
Cuando los proletarios de París desconocieron al gobierno burgués republicano y mantuvieron sus armas y el control de la ciudad –18 de marzo de 1871 – echaron a perder una bella historia, “de cómo cayo el Segundo Imperio francés y se afianzo el Imperio Alemán”, para inaugurar en su lugar un tipo de acontecimiento inadmisible para el orden y la literatura burgueses: la revolución proletaria. Aplastada después de setenta días de combates, la división del trabajo de la burguesía internacional repartió los papeles: unos ejercieron la represión implacable sobre millares de personas, otros calumniaron a los comuneros en nombre de la libertad y la bondad humana y cubrieron la historia de la Comuna con la historia del gobierno execrable de la chusma.
Marx y Engels que por entonces dedicaban sus esfuerzos a la asociación internacional de trabajadores, no estimaban conveniente la insurgencia obrera en una Francia vencida por el ejercito prusiano, que se mantenía frente a parís; sería, pensaban asumir la ruina del Imperio sin posibilidad de resistir a los prusianos, y terminar marcados como “traidores a la patria”. Pero ante el hecho de la revolución proletaria no vacilaron en ponerse firme y activamente de su parte, y llegaron a obtener, por la pupila revolucionaria con que analizaron la experiencia de la Comuna, el enriquecimiento de su teoría de la revolución y la dictadura proletaria.
- Creación de un sistema sanitario, que garantizara la salud del pueblo y de las tropas de la Guardia Nacional en lucha.
- Los pequeños industriales fueron respetados aunque en un nuevo marco de relaciones laborales, en la que el trabajador tenía sus derechos.
- Los alquileres empezaron a estar controlados por la municipalidad, fijándose un tope máximo y supresión de intereses por deudas.
- La educación pasó a ser laica, gratuita y obligatoria. Los programas de estudios pasaban a ser realizados por los propios profesores, los cuales garantizaban el carácter científico de las disciplinas.
- Se crearon guarderías para cuidar a los hijos de las trabajadoras
- Se creó una Formación Profesional en donde los obreros daban gratis las prácticas a los alumnos.
- Creación de la Asociación Republicana de Escuelas con el propósito de crear en las universidades un estímulo basado en el conocimiento científico.
- En el mundo del arte y cultural aparecen gran cantidad de asociaciones para la promoción del teatro y las bibliotecas.
- La abolición de la guillotina, método represivo controlado por la burguesía.
- La abolición del trabajo obrero nocturno.
- Otorgamiento de pensiones a viudas de héroes de guerra.
- Se permitió a los obreros formar cooperativas, tomando fábricas abandonadas.
- Libertad de prensa, de reunión y asociación.
- La vida religiosa fue separada de la vida civil. El estado tomó posesión de los bienes de la iglesia, y estas sólo pudieron seguir con sus actividades si ofrecían sus instalaciones para realizar en ellas reuniones políticas.
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140° Aniversario de la Comuna de París
“Por primera vez en la historia, las calle de Paris son seguras, porque los banqueros, los recaudadores, los empresarios, los ministros, y los curas han emigrado. La ciudad es ahora habitable”
Bertold Brecht, “Los días de la Comuna”.
Este año se cumple el 140 aniversario del establecimiento de la Comuna de Paris, proclamada por el proletariado francés en marzo de 1871.
Este acontecimiento, que si bien recibe ciertas atenciones, no es colocado en el lugar que merece realmente en la historia de la humanidad y en la historia de los movimientos obreros a nivel internacional.
La burguesía de todo el mundo, teme difundir en profundidad los acontecimientos de aquellas semanas de 1871 y por todas partes se lo considera como un mero hecho puntual, coyuntural y anecdótico que apenas si merece mención en los libros de textos.
Sin embargo, para las y los revolucionarios de todo el mundo, la Comuna de Paris tiene otro significado. La Comuna, fue la primera ocasión en toda la historia de la humanidad, en la que el pueblo obrero y trabajador tomaba las riendas del poder y trataba de implantar un gobierno inspirado en los principios socialistas y revolucionarios.
Sin embargo, este gobierno, todavía inexperto no lanzarse a la toma del poder político de la Republica Francesa, que hubiera adelantado en casi 50 años el establecimiento del primer estado obrero en la historia de la humanidad, honor que recaería en los bolcheviques rusos de 1917.
La génesis de la revolución de Paris se encuentra a nivel externo en las llamadas guerras franco-prusianas, enmarcadas en los deseos imperialistas de la naciente burguesía alemana de Guillermo I y el terrateniente Otto von Bismarck, iniciada en los años 60 del siglo XIX y que tenia por objetivo, no solo unificar a los antiguos estados alemanes en una sola nación, si no en expandirse por media Europa y colocar al Imperio Alemán a la cabeza del continente. En ese contexto la guerra se extiende al Imperio Frances en 1870. En mitad de esa guerra, el emperador Frances Napoleon III cae prisionero de los alemanes y se produce un vacío de poder en Paris.
El 1 de septiembre de 1870, mientras el emperador francés Napoleón III se rindió a los prusianos en la batalla de Sedan, los republicanos de París se alzaron y proclamaron la III República tres días después, de carácter moderado y bajo la influencia de la burguesía encarnada en Adolphe Thiers. Entre tanto, las fuerzas imperialistas prusianas proclamaron el II Imperio Alemán en Versalles, en enero de 1871.
A nivel interno, las causas de la revolución obrera francesa de 1871 se tienen que buscar en la lógica de la lucha de clases imperante en todo el mundo a finales del siglo XIX. El pueblo obrero de Paris, harto y cansado de la miseria, del hambre, de la explotación y de la opresión de banqueros, industriales, burgueses y curas, estallaba ahora de indignación al ver como sus hijos morían a decenas en el frente prusiano luchando por una burguesía imperialista y por un soberano que no le suponía mas que sufrimiento y explotación. La sociedad de clases, establecida a sangre y fuego al calor de las revoluciones industriales de la era moderna y contemporánea, se había establecido con especial dureza en aquellos países que, como Francia, habían desarrollado una fuete industrialización y sentaban las bases para la hegemonía de una clase burguesa fuerte y de un sistema capitalista especialmente voraz que se manifestaba con saña en la opresión interna de su clase obrera y en la opresión externa en el imperialismo africano y asiático, esclavizando y sometiendo a miles de personas en todo el mundo.
En ese contexto de luchas y ante el vacío de poder en Paris por la captura del emperador en el frente y por la huida del recién establecido gobierno provisional burgués de la III Republica de la mano de Thiers en Versalles, para poder negociar con los alemanes, se produce la toma del poder político de la capital francesa, Paris.
Los parisinos organizaron un levantamiento contra el gobierno provisional burgués el 17 y 18 de marzo de 1871 y establecieron un gobierno del proletariado en París denominado Comité Central de la Guardia Nacional, nombrada así en honor a estas milicias populares formadas por los hijos de la clase obrera y de amplia conciencia de clase y revolucionaria, que fueron quienes se alzaron en armas contra la burguesía, y fijaron la elección de un consejo municipal para el día 26 de marzo.
Así el 28 de marzo de 1871, se proclamó la Comuna de París, enarbolando la bandera roja en reemplazo de la tricolor, formada por 92 miembros, conocidos como los communards, presidida por el socialista Louis Auguste Blanqui.
Entre las medidas adoptadas por la Comuna estuvieron;
- Disolver al Ejército regular (resquicio del orden aristocrático), sustituyéndolo por la Guardia Nacional democrática, es decir por todo el pueblo en armas.- Creación de un sistema sanitario, que garantizara la salud del pueblo y de las tropas de la Guardia Nacional en lucha.
- Los pequeños industriales fueron respetados aunque en un nuevo marco de relaciones laborales, en la que el trabajador tenía sus derechos.
- Los alquileres empezaron a estar controlados por la municipalidad, fijándose un tope máximo y supresión de intereses por deudas.
- La educación pasó a ser laica, gratuita y obligatoria. Los programas de estudios pasaban a ser realizados por los propios profesores, los cuales garantizaban el carácter científico de las disciplinas.
- Se crearon guarderías para cuidar a los hijos de las trabajadoras
- Se creó una Formación Profesional en donde los obreros daban gratis las prácticas a los alumnos.
- Creación de la Asociación Republicana de Escuelas con el propósito de crear en las universidades un estímulo basado en el conocimiento científico.
- En el mundo del arte y cultural aparecen gran cantidad de asociaciones para la promoción del teatro y las bibliotecas.
- La abolición de la guillotina, método represivo controlado por la burguesía.
- La abolición del trabajo obrero nocturno.
- Otorgamiento de pensiones a viudas de héroes de guerra.
- Se permitió a los obreros formar cooperativas, tomando fábricas abandonadas.
- Libertad de prensa, de reunión y asociación.
- La vida religiosa fue separada de la vida civil. El estado tomó posesión de los bienes de la iglesia, y estas sólo pudieron seguir con sus actividades si ofrecían sus instalaciones para realizar en ellas reuniones políticas.
Sin embargo y a pesar de la enorme labor política de la Comuna (liderada por el “Consejo de la Comuna”), dos elementos, fruto de la falta de experiencia política de los comuneros revolucionarios fueron claves para que la burguesía, rearmada en Versalles iniciara la contraofensiva contra los revolucionarios; la falta de decisión militar contra Versalles, de forma que en vez de marchar sobre los resquicios del gobierno burgués en Versalles, aniquilar la contrarrevolución y tomar el poder en toda la nación, y ante el temor de desatar una guerra civil se ignoro al gobierno burgués de Thiers que, durante todo este tiempo se rearmo militarmente con la ayuda de la burguesía alemana de Versalles, tan interesada como la francesa en el aniquilamiento del gobierno revolucionario de la clase obrera de Paris.
Por otro lado, el Banco de Francia, lejos de ser controlado y gestionado directamente por la clase obrera se respeto, por lo que este, dirigido por la burguesa, desvío en secretos millones de francos al gobierno burgués de Thiers para rearmarse y lanzarse contra el gobierno comunero.
Ante el temor del propio Bismark a que el fenómeno de la Comuna se contagiara al resto de Europa (especialmente en Alemania, con un fuerte movimiento obrero), le devuelve al gobierno burgués de Thiers todas las tropas que todavía mantenía retenidas, para la eliminación de los comuneros.
Así el 21 de mayo de 1871 un ejército burgués de 180.000 hombres se lanza a la conquista de París calle por calle. La defensa se organizó en barricadas, defendida por la guardia nacional y por el pueblo obrero en armas, en las que luchaban tanto hombres como mujeres. La lucha fue desigual ante el poderío militar del ejército burgués, con el apoyo militar de sus aliados de la burguesía alemana a la que la unían comunes intereses de clase, sin embargo los comuneros lucharon hasta muerte.
La batalla duró una semana, hasta el 28 de mayo, cuando cae la última barricada defendida por un solo comunero por la muerte de sus compañeros. El 28 de mayo de 1871, el gobierno burgués de Thiers anunció oficialmente la liberación de París, luego de una sangrienta ofensiva, que terminó con la vida de muchos compatriotas.
Se estima que unos 30.000 obreros y simpatizantes de la Comuna fueron fusilados (entre otros lados en el famoso “Muro de los Comuneros” en pleno centro de Paris y lugar de conmemoración de los revolucionarios franceses hasta el día de hoy), a los que habría que sumar unas 40.000 personas enviadas a las colonias, con trabajos forzosos, en donde gran parte murió de enfermedades y por malos tratos. La burguesía se vengaba de la osadía del pueblo obrero ante su deseo de ser libre y ahogaba en sangre (como han hecho históricamente las clases dominantes en todo el mundo y a lo largo de la historia, desde la época de Espartaco hasta nuestros días) el deseo del pueblo obrero francés de ser libre.
Hay lecciones que debemos sacar de esta experiencia histórica; por un lado, la determinación del pueblo obrero de tomar el poder, de librarse de la opresión y la explotación y de instaurar un gobierno obrero, que demuestran el grado de evolución del movimiento obrero frente a las tendencias utopistas que resultaban hegemónicas en el movimiento obrero francés hasta ese momento. La lucha obrera y el espíritu internacionalista impregnaron cada segundo de vida de la Comuna de Paris. De hecho, de las entrañas mismas de esta experiencia histórica nacieron para la humanidad los dos grandes símbolos del movimiento obrero mundial; la bandera roja, enseña oficial de los comuneros franceses y el himno por excelencia del movimiento obrero “La Internacional”, nacido al calor de la I A.I.T. establecida por Marx y Engels unos años antes, que fue escrito por el poeta y revolucionario francés Eugène Pottier durante los dias de la Comuna.
Por otro lado, sin embargo, también se deben resaltar los errores cometidos por los comuneros. Marx, Engels, y Lenin, aunque siempre admiraron la valentía de los comuneros, pensaban que no se daban todavía las condiciones históricas y económicas para desarrollar una revolución socialista. También criticaron la debilidad organizativa, debido muchas veces a la diversidad ideológica, que hizo que en los momentos decisivos no se tomaran las decisiones más rápida y correctamente, entre ellas las ya mencionadas de no tomar militarmente los restos del gobierno burgués de Versalles o aplastar a los contrarrevolucionarios en Paris el mismo día en que se establece la Comuna o el no controlar directamente el Banco de Francia, que en secreto subvenciono la contrarrevolución burguesa.
A pesar de ello, el indudable ejemplo histórico de los comuneros franceses sirvió como base de actuación para todos los revolucionarios de todo el mundo que, en las décadas posteriores, tomarían todas las enseñanzas de los hermanos proletarios franceses para iniciar sus respectivas revoluciones. No es ningún secreto que, sin duda alguna, Lenin y los revolucionarios rusos tuvieron bien presentes las lecciones de la Comuna de Paris, sus aciertos y sus errores para poner las bases de la revolución bolchevique de 1917 y el establecimiento del primer estado obrero de la historia, la URSS.
Sin duda alguna, los revolucionarios de todo el mundo debemos estar, hoy, 140 años después, eternamente agradecidos a nuestras hermanas y hermanos de Paris que en su día dieron su vida y su sangre por la causa de la emancipación de la clase obrera internacional y cuyo ejemplo todavía hoy, bajo la opresión de la burguesía y el capitalismo, debe guiarnos firmemente en el mismo propósito que nuestros camaradas franceses de 1871; la toma del poder político por la clase obrera y el establecimiento de un gobierno revolucionario para la emancipación de la clase obrera internacional.
VIVA LA CLASE OBRERA FRANCESA.
VIVA LA COMUNA DE PARIS.
VIVA LA REVOLUCIÓN INTERNACIONAL.
Wilfo, marzo de 2011
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Carta de Marx a Ludwig Kugelman 12 de abril de 1871
Carta de Marx a Ludwig Kugelman 17 de abril de 1871
En memoria de la Comuna , 1911
Segundo acápite de El programa militar de la revolución proletaria , 1916
Capítulos: III, IV yVI de El estado y la revolución , 1917
La lucha Final
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TOMAR EN CUENTA LA EXPERIENCIA INTERNACIONAL DEL PROLETARIADO Y EL PAPEL DE LAS MASAS
Tiene indudable importancia, para los fines aquí tratados, remitirnos sucintamente a determinadas experiencias de significación internacional y a la actitud de los grandes maestros de la clase obrera al valorar la "iniciativa histórica" de las masas, o al recoger los elementos nuevos que aportan al acervo de la teoría y de la práctica revolucionarias del proletariado.
Es sabido que Carlos Marx apreció altamente el significado histórico de la comuna de París. Vio en ella, en efecto, pese a cualquier error de los insurrectos, la proeza más gloriosa de los trabajadores franceses: "un gobierno de la clase obrera, fruto de la lucha de la clase obrera, fruto de la lucha de la clase productora contra la clase apropiadora, la forma política al fin descubierta para llevar a cabo dentro de ella la emancipación económica del trabajo" (1). En suma, el primer ejemplo concreto e inobjetable de la dictadura del proletariado.
"¡Qué flexibilidad, qué iniciativa histórica y qué capacidad de sacrificio tienen estos parisienses!" "!La historia no conocía hasta ahora semejante ejemplo de heroísmo!" escribió exultante a Kugelmann en abril de 1871.
Tal la apreciación de un movimiento revolucionario que surgió espontáneamente, sin que nadie la prepara de antemano ni la organizara consciente ni sistemáticamente; que instauró por primera vez el Poder de la clase obrera en medio de la crisis provocada por la guerra, el cerco de las tropas alemanas sobre París, la indignación de los sectores populares frente a la gobernante que había demostrado su incapacidad absoluta y su descomposición, y la efervescencia revolucionaria de los trabajadores.
La revolución del 18 de marzo de 1871, emerge como la síntesis de un período de crisis muy profundo que puso inesperadamente, por decir así, el poder en manos de la Guardia Nacional y, a través de ésta, en manos de la clase obrera y la pequeña burguesía.
Pero Marx no se contenta con reconocer las proezas del proletariado parisiense que se "atrevió a tomar el cielo por asalto". Va hasta el fondo del problema, lo estudia en todos sus aspectos, se propone aprender de la gesta heroica de las masas y extraer de esa experiencia conclusiones teóricas científicamente fundadas que, además de confirmar sus tesis sobre la cuestión del Estado y la revolución proletaria, las enriquezcan y completen.
¡Sí. Carlos Marx sabía confrontar con la práctica sus conclusiones teóricas, sabía aprender de las masas con modestia y extraer de sus luchas consecuencias certeras!.
A partir de la Comuna de París, y como adquisición de ésta, quedaba plenamente confirmada la teoría de la dictadura del proletariado en la revolución social, dado que la conquista del Poder no podía limitarse al paso de una mano a otra del aparato burocrático militar, sino que éste debía ser "demolido" como condición previa de toda revolución popular".
Nada más ilustrativo para considerar en toda su dimensión lo que esto significa, que recoger las palabras de Lenin:
"En setiembre de 1870, Marx calificaba la insurrección de locura. Pero, cuando las masas se sublevan, Marx quiere marchar con ellas, aprender al lado de las masas, en el curso mismo de la lucha, y no dedicarse a darle consejos burocráticos. Marx comprende que los intentos de prever de antemano, con toda precisión, las probabilidades de éxito, no serían más que charlatanería o vacua pedantería. Marx pone, por encima de todo, el que la clase obrera crea la historia mundial heroicamente, abnegadamente y con iniciativa. Marx consideraba a la historia desde el punto de vista de sus creadores, sin tener la posibilidad de prever de antemano, de modo infalible, las posibilidades de éxito, y no desde el punto de vista filisteo intelectual que viene con la moraleja de que 'era fácil prever...' " (2) .
Hoy cuando cunde cierto cretinismo electoral, en que el triunfalismo comienza a hacer carne en ciertos círculos de la izquierda, en que se desconfía de las masas, de su iniciativa, de su radicalidad, de su acción "plebeya", no está demás retornar a los grandes creadores del marxismo para quienes la "iniciativa histórica " de la clase obrera y el pueblo siempre fue un asunto de vital importancia en la revolución.
Si la Comuna de París significó un salto gigantesco en la práctica revolucionaria del proletariado y en la elaboración de la teoría marxista del Estado y la revolución, la aparición de los soviets en la Revolución de 1905 como creación espontánea del proletariado ruso, permitió avanzar aún más en esta dirección. Los sóviets (esto es las asambleas de diputados obreros) tienen un origen bastante modesto. Nacen como representación de los trabajadores, autorizada por los funcionarios zaristas, para luchar por mejoras económicas. Más adelante devienen centro de dirección del movimiento huelguístico. El primer sóviet de diputados obreros se formó el 15 de mayo de 1905 en Ivánovo Vosnesiensk, distrito textil moscovita, asumiendo funciones de Comité de Huelga, convirtiéndose con enorme rapidez en la primera representación abierta de los intereses de toda la ciudad. En julio, se organizó otro sóviet en Kostromá, en setiembre surgieron otros en diversos gremios de Moscú. Con la insurrección de diciembre los sóviet se expanden a diversos lugares de Rusia alcanzando su expresión más completa, es decir, asumiendo ya formas embrionarias de un nuevo Poder revolucionario, en Petersburgo, donde estuvo en funciones públicas e ininterrumpidamente durante 50 días, hasta que fue vencida por la contrarrevolución zarista.
La fuerza de los sóviet descansaba en la potencia del ascenso revolucionario de las masas trabajadoras, en su insurgencia, rompiendo por la vía de los hechos las trabas impuestas por el zarismo; pero también en la debilidad de éste, en la inseguridad y vacilaciones del gobierno, en su pérdida de la iniciativa política que lo obligó a dar un paso atrás para preparar la ofensiva contrarrevolucionaria.
Esta debilidad y desorganización del aparato gubernativo facilitaron las condiciones para que los sóviet asumieran en el curso de la revolución atribuciones de poder. Los sóviets fueron, en efecto, en su momento cenital, embriones marcadamente definidos de la dictadura del proletariado. La revolución de Febrero de 1917 sería impensable sin remitirse a la experiencia de 1905. La Revolución de Octubre, dirigida por Lenin, encontró en los sóviets depurados de sus elementos corporativos, la nueva forma de organización estatal del proletariado, de su dictadura de clase.
Lenin hizo una valoración completa de la Revolución de 190 y extrajo de ella conclusiones teóricas de extraordinaria importancia, sumamente útiles para entender nosotros el significado y las posibilidades que encierran los órganos de la democracia directa surgidos en estos últimos años. En lo que concierne a la experiencia de los sóviets, escribió una serie de artículos en el curso del "torbellino" revolucionario. Es, sin embargo, en su folleto "El triunfo de los kadetes y las tareas del partido obrero", escrito en marzo de 1906, donde nace el resumen más completo, el mismo que será enriquecido en una serie de trabajos posteriores, sobre todo luego de la Revolución de Febrero de 1917.
Estas conclusiones pueden resumirse en las siguientes:
1. En medio del "torbellino" revolucionario el pueblo "tomó la libertad política, la puso en práctica, sin (someterse) a ninguna clase de leyes y sin restricción alguna";
2. "Los sóviets de diputados obreros, soldados y campesinos... fueron creados exclusivamente por las capas revolucionarias de la población, al margen de leyes y normas, por vía netamente revolucionaria, como expresión de la inventiva del pueblo";
3. Los sóviets fueron realmente "órganos del poder, pese a su carácter embrionario, elemental y amorfo, pese a lo impreciso de su composición y funcionamiento", pues "este poder no se conocía ningún otro poder, ninguna ley, ninguna norma" (confiscaron imprentas, detuvieron altos funcionarios, administraron justicia, armaron a la clase, etc.).
De allí que "por su carácter político y social esto fue, en embrión, una dictadura de los elementos revolucionarios del pueblo".
4. La "fuerza en que se apoyaba este nuevo poder no era la de las bayonetas... ni la del destacamento policial ni la fuerza del dinero..." "Se apoyaba en las masas populares. He aquí la diferencia fundamental -continúa Lenin- entre el nuevo poder y todos los órganos anteriores del antiguo poder";
5. Los sóviets son "un poder abierto a todos, que actúa a la vista de las masas, accesible a las masas, surgido directamente de las masas, órgano directo de las masas populares y ejecutor de su voluntad", pues se trata de que "ellas mismas tomen directamente en sus manos los organismos del poder del Estado y formen ellas mismas las instituciones de ese Poder":
6. El nuevo poder "no cae del cielo, sino que surge y crece a la par del antiguo poder, en oposición a él, en lucha contra él", dado que su objetivo es "demoler esa máquina del Estado (reaccionario) y sustituirla por otra"; por la dictadura del proletariado (3.).
Tales las enseñanzas fundamentales que extrae Lenin de la Revolución de 1905, sobre este particular.
La Revolución China, como es sabido, siguió un curso particular al mismo tiempo que complejo. No está en nuestro interés inmediato abordarlo en su conjunto, sino más bien remitirnos a un período que guarda ciertas similitudes con la experiencia nuestra, sobre todo con la del movimiento campesino peruano de principios de la década de los sesenta.
La revolución de 1925-1927 se encontraba, a principios de este último año, en pleno auge. La expedición del Ejército Nacional Revolucionario contra el Norte, dirigido por el Kuomintang con la participación predominante del Partido Comunista, avanzaba de victoria en victoria. Todavía no se había desatado la contrarrevolución del ala derechista del Kuomintang encabezada por Chang Kai-shek. La provincia de Junán era en ese período el centro del movimiento campesino de China, donde entre mayo de 1926 y enero de 1927 crecieron vertiginosamente las asociaciones campesinas, hasta contar con dos millones de afiliados y con masas de más de 10 millones bajo su inmediata dirección.
Mao Zedong realizó una investigación en el mismo escenario de los hechos durante 23 días. El resultado fue el famoso "Informe sobre la investigación del movimiento campesino de Junán" muchas veces citado entre nosotros pero muy poco comprendido.
El genio de Mao se ve en este documento con trazos indelebles. No se limita a constatar el auge del movimiento campesino. Tampoco se contenta con hacer una detallada explicación de los hechos. Mientras la dirección oportunista del Partido encabezada por Chen Tu-siu cede a las presiones de la derecha del Kuomintang y termina por capitular vergonzosamente, condenando la revolución a la derrota; Mao Zedong constata en el poderoso auge del movimiento campesino una reserva fundamental y un punto de apoyo básico para continuar la lucha y afirmar la alianza obrero-campesina, tanto más indispensable cuanto que la burguesía nacional vacilaba al igual que la pequeña burguesía.
"Lo fundamental de todo proceso auténticamente revolucionario reside en la insurgencia de las masas, en que éstas toman en sus manos su propio destino... y comienzan a construir, con iniciativa, lo nuevo".
En este contexto, ¿Cuál es el elemento fundamental que contiene dicho informe? ¿Cuáles sus conclusiones esenciales? A nuestro juicio, las siguientes:
1. La comprobación de que el ascenso impetuoso del movimiento democrático-revolucionario de los campesinos ha dado paso a la “realización en el campo de una revolución nunca antes vista en la historia” de China.
Una revolución, en efecto, pese a la espontaneidad en que se desarrolla, pues “las asociaciones campesinas han pasado a ser los únicos órganos de Poder” una vez derrocado el Poder local de los terratenientes, haciendo realidad la consigna. “Todo el poder a las asociaciones campesinas” Poder real y no formal ni ficticio, puesto que “ningún asunto se arregla sin la presencia de la gente de la asociación” y los “milenarios privilegios de los terratenientes feudales caen hechos añicos, y toda su dignidad y arrogancia son arrastrados por el suelo”. La insurgencia de millones de campesinos ha acabado con la propiedad feudal de la tierra, con el poder local de los terratenientes, con sus prerrogativas sociales, con sus cadenas ideológicas. ¡Sí, en efecto, los campesinos, los oprimidos del campo, “realizaron una revolución nunca vista” hasta ese entonces en China!.
2. Como consecuencia de ello la ola ascendente de millones de campesinos insurrectos trastocó completamente el “orden” hasta entonces dominantes, dando paso a la instalación de un nuevo orden en todas las esferas. Y no porque ya existiese un nuevo Poder depurado de aditamentos corporativos, científicamente fundado, sino pese a su característica aún espontánea, difusa, embrionaria, limitada al ámbito de una región, pero que lleva en su seno las potencialidades propias de un poder democrático-revolucionario. Para que se produjese esta depuración era indispensable la presencia dirigente de la clase obrera, su rol hegemónico como clase portadora de la nueva sociedad, desde el momento en que la democracia burguesa resultaba siendo insuficiente para contener toda la riqueza y la radicalidad impresos por el movimiento campesino en ascenso.
3. Son las masas campesinas las gestoras de estos cambios profundos, sobre todo sus sectores pobres y medios de capa inferior, quiénes asumen sus factores radicales y más consecuentemente revolucionarios. Los campesinos no se contentan con ciertas reformas ni la consecución de ciertas reivindicaciones parciales. Derrocan a la clase terrateniente feudal, aplastan por medio de la violencia a los esbirros armados de ésta. Para ello recurren, en primer lugar, a la fuerza del número (millones de campesinos alzados a la lucha, organizados en las asociaciones campesinas). En segundo lugar, a la violencia para destrozar los aparatos coercitivos de que se valieron los terratenientes a fin de conservar y eternizar su poder. En tercer lugar, apoyándose en la fuerza someten a los terratenientes a la “dictadura popular”, al mismo tiempo que neutralizan a los sectores intermedios del campo. La pieza clave son incuestionablemente las asociaciones campesinas que han dejado de ser mera organización corporativa o gremial.
4. Pero los campesinos insurrectos no se contentan con quebrarle el espinazo a los terratenientes. Crean, simultáneamente, una nueva institucionalidad, nuevos hábitos y normas, una nueva moralidad que ni miles y miles de decretos o disposiciones burocráticas están en condiciones de efectivizar, con sencillez, eficacia y profundidad. “Allí donde la asociación campesina es poderosa –comprueba Mao Zedong- los juegos de azar han sido prohibidos y han desaparecido totalmente y, el bandolerismo se ha eliminado. En algunos lugares, es realmente cierto que nadie se guarda lo que encuentra en el camino y que no se trancan las puertas por la noche” Así de simple.
5. Las asociaciones campesinas crean sus propias milicias, esto es los “destacamentos armados de picas” bajo su dirección. Se hace realidad, por propia iniciativa de los campesinos, la consigna de ¡Pueblo en armas!.
6. Fueron creados los "consejos conjuntos de la administración local y las organizaciones de masas", adoptando un "sistema democrático" en su esencia como en su forma. El proceso de democratización ha seguido un curso acelerado comprometiendo a vastos contingentes campesinos, integrando a las mujeres y a la juventud, rompiendo de hecho viejas ataduras y prejuicios feudales, socavando severamente "la ideología y el sistema feudal patriarcal" basados en la autoridad política de los terratenientes, de clan, religiosa y marital.
Desde luego que el movimiento campesino de Junán que investiga Mao Zedong tiene limitaciones importantes y está lejos de ser una revolución victoriosa. Pero es lo suficientemente significativo y creativo para hacer evidente que lo fundamental de todo proceso auténticamente revolucionario reside en la insurgencia de las masas, en que éstas toman en sus propias manos su destino, en que socavan y destruyen el viejo "orden" y comienzan a construir, con iniciativa, el nuevo. El problema central es siempre la cuestión del Poder. Así fue en la Comuna de París. Los sóviets no hicieron otra cosa que ratificarlo. Y así es también en la experiencia, sin duda más limitada que las anteriores pero no por ello menos importante, del campesinado insurgente de Junán, en China.
En lo que va de este siglo contamos en el Perú con no pocas experiencias que tienen alguna similitud. Situaciones distintas y de diversas magnitudes originan, desde luego, consecuencias igualmente diferentes. Pero ello no es obstáculo para descubrir elementos comunes a toda insurgencia popular, tanto más cuanto que éstas llevan un sello definitivamente revolucionario. Basta recordar la insurrección de Trujillo en 1932, el poderoso movimiento campesino del Cusco a principios de los 60, el movimiento campesino de Andahuaylas de mediados de los 70 y, más recientemente la experiencia de las Rondas Campesinas de Chota o las Asambleas Populares en gestación o los movimientos huelguísticos regionales encabezados por los Frentes de Defensa. Si bien estas experiencias, en particular las últimas, tienen un alcance aún limitado, no por ello dejan de mostrar sus enormes potencialidades, su insurgencia como órganos de la democracia directa que prefiguran, aún cuando imperfecta, intermitente o débilmente, el Poder popular que debemos, obligatoriamente, conquistar y construir.
Una cosa es, definitivamente, cierta: toda revolución es la obra multitudinaria de las masas y de una vanguardia capaz de dirigirlas certeramente. Sepamos, continuando a Marx., Lenin y Mao Zedong, asumir la "iniciativa histórica" de las masas de nuestro país, su enorme creatividad, aprendiendo con modestia pero con rigor científico lo que aportan en medio de sus combates, en sus éxitos y en sus derrotas, al acervo revolucionario del pueblo peruano.
Alberto Moreno Rojas:
DEMOCRACIA DIRECTA Y ESTRATEGIA REVOLUCIONARIA,
capítulo III.
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DEMOCRACIA DIRECTA Y ESTRATEGIA REVOLUCIONARIA,
capítulo III.
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H Prosper-Olivier Lissagaray (1876), "Historia de la comuna". Traducción Wenceslao Roces, Editorial Estela, Barcelona, 1971
Bertolt Brecht , "Resolución de los comuneros" , (escrita entre 1945-1950)
Henri Lefebvre (1962), "La significación de la Comuna"