I. GENERALIDADES
1. La organización del Partido debe adaptarse a las condiciones y a los objetivos de su actividad. El Partido comunista debe ser la vanguardia, el ejército dirigente del proletariado durante todas las fases de su lucha de clases revolucionaria y durante el período de transición ulterior hacia la realización del socialismo, primer grado de la sociedad comunista.
2. No puede haber una forma de organización inmutable y absolutamente conveniente para todos los partidos comunistas. Las condiciones de la lucha proletaria se transforman incesantemente y, conforme a esas transformaciones, las organizaciones de vanguardia del proletariado deben buscar también constantemente nuevas formas más convenientes. Las particularidades históricas de cada país determinan a su vez formas especiales de organización para los diferentes partidos.
Pero esas diferenciaciones tienen un cierto límite. La similitud de las condiciones de la lucha proletaria en los diferentes países y en las distintas fases de la revolución proletaria constituye, pese a todas las particularidades existentes, un hecho de esencial importancia para el movimiento comunista. Esta similitud es la que proporciona la base común para la organización de los partidos comunistas de todos los países.
Sobre esta base es preciso desarrollar la organización de los partidos comunistas y no tender a la fundación de algún nuevo partido modelo en lugar del ya existente, o buscar una forma de organización absolutamente correcta, o estatutos ideales.
3. La mayoría de los partidos comunistas así como la Internacional comunista, en tanto que conjunto del proletariado revolucionario de todo el mundo, tienen en común, en las condiciones de su lucha, que deben combatir contra la burguesía aún reinante. La victoria sobre ésta, la conquista del poder arrebatado a la burguesía, constituye para esos partidos y para esta Internacional el objetivo principal y decisivo.
Por lo tanto, lo esencial, para todo el trabajo de organización de los partidos comunistas en los países capitalistas, es construir una organización que posibilite la victoria de la revolución proletaria sobre las clases poseedoras y que la consolide.
4. En las acciones comunes, es indispensable la existencia de una dirección para obtener la victoria. Esta es necesaria sobre todo en vista de los grandes combates de la historia mundial. La organización de los partidos comunistas es la organización de la dirección comunista en la revolución proletaria.
Para guiar correctamente a las masas, el Partido también tiene necesidad de una buena dirección. La tarea esencial de organización que se nos impone es la siguiente: formación, organización y educación de un Partido comunista puro y realmente dirigente para guiar el movimiento revolucionario proletario.
5. La dirección de la lucha social revolucionaria supone en los partidos comunistas y en sus órganos dirigentes la combinación orgánica de la mayor potencia de ataque y de la más perfecta adaptación a las condiciones cambiantes de la lucha.
Una buena dirección supone además la vinculación más estrecha con las masas proletarias. Sin esta vinculación, el Comité dirigente nunca guiará a las masas. En el mejor de los casos, sólo podrá seguirla.
Esas relaciones orgánicas deben ser establecidas en las organizaciones del partido comunista mediante la centralización democrática.
II. LA CENTRALIZACIÓN DEMOCRÁTICA
6. La centralización democrática en la organización del partido comunista debe ser una verdadera síntesis, una fusión de la centralización y de la democracia proletaria. Esta fusión sólo puede ser obtenida mediante una actividad y una lucha permanente y común del conjunto del partido.
La centralización en el partido comunista no debe ser formal y mecánica; debe ser una centralización de la actividad comunista, es decir la formación de una dirección poderosa, dispuesta al ataque y a la vez capaz de adaptación.
Una centralización formal o mecánica sólo significaría la centralización del “poder” en manos de una burocracia tendiente a dominar a los demás miembros del partido o a las masas del proletariado revolucionario externas al partido. Pero solamente los enemigos del comunismo pueden pretender que, por medio de esas funciones de dirección de la lucha proletaria y la centralización de esta dirección comunista, el partido comunista domine al proletariado revolucionario. Esto es una mentira y, además, dentro del partido, la lucha por la dominación o un antagonismo entre dirigentes es incompatible con los principios adoptados por la Internacional comunista relativos a la centralización democrática.
En las organizaciones del viejo movimiento obrero no revolucionario se desarrolló un dualismo de idéntica naturaleza al de la organización del Estado burgués. Nos referimos al dualismo entre la burocracia y el “pueblo”. Bajo la influencia desalentadora de la atmósfera burguesa, las funciones se aislaron en cierto modo, la comunidad de trabajo fue remplazada por una democracia puramente formal, y la propia organización se dividió en funcionarios activos y en una masa pasiva. El movimiento obrero revolucionario hereda, hasta cierto punto inevitablemente, del ambiente burgués esta tendencia al formalismo y al dualismo.
El Partido comunista debe superar radicalmente esos antagonismos mediante un trabajo sistemático, político y de organización que encare sucesivas mejoras y revisiones.
7. Un gran partido socialista, al transformarse en partido comunista, no debe limitarse a concentrar en su dirección central la función de autoridad dejando subsistir en el resto el antiguo ordenamiento. Para que la centralización no sea letra muerta sino que se convierta en un hecho real, es preciso que su realización so haga de tal manera que signifique para los miembros del Partido un fortalecimiento y un desarrollo, realmente justificados, de su actividad y de su combatividad común. De otro modo, aparecería ante las masas como una simple burocratización del Partido y provocaría una oposición contra toda centralización, toda dirección y toda disciplina estricta. El anarquismo es la antípoda del burocratismo.
Una democracia puramente formal en el partido no puede alejar ni las tendencias burocráticas ni las tendencias anárquicas, pues es precisamente sobre la base de esta democracia que la anarquía y el burocratismo no pudo desarrollarse en el movimiento obrero. Por esta razón, la centralización, es decir el esfuerzo por lograr una dirección fuerte, no puede tener éxito si no se trata de obtenerla en el terreno de la democracia formal. Por lo tanto, es indispensable ante todo desarrollar y mantener el contacto directo y relaciones mutuas tanto en el seno del Partido, entre los órganos dirigentes y los afiliados, como entre el Partido y las masas del proletariado que no pertenecen a él.
III. EL DEBER DE TRABAJAR DE LOS COMUNISTAS
8. El partido comunista debe ser una escuela de trabajo del marxismo revolucionario. Es mediante el trabajo cotidiano común en las organizaciones del Partido como se reafirman los vínculos entre los diferentes grupos y afiliados.
En los Partidos comunistas legales no existe aún en la actualidad la participación regular de la mayoría de los miembros en el trabajo político cotidiano. Ese es su mayor defecto y la causa de una perpetua incertidumbre en su desarrollo.
9. El peligro que siempre amenaza a un Partido obrero que da sus primeros pasos hacia la transformación comunista es el de conformarse con la aceptación de un programa comunista, remplazar en su propaganda la doctrina anterior por la del comunismo y sustituir solamente a los funcionarios hostiles a esta doctrina por comunistas. Pero la adopción de un programa comunista sólo es una manifestación del deseo de convertirse en comunistas. Si a ello no se agregan acciones comunistas y si, en la organización del trabajo político, es mantenida la pasividad de la masa de los miembros, el Partido no realiza la mínima parte de lo que prometió al proletariado con la aceptación del programa comunista.
Pues la primera condición de una realización consciente de este programa es la movilización de todos los afiliados en el trabajo cotidiano permanente.
El arte de la organización comunista consiste en utilizar todo y a todos para la lucha proletaria de clases, en repartir racionalmente entre todos los miembros del Partido el trabajo político y en arrastrar por su intermedio a masas más vastas del proletariado al movimiento revolucionario, a mantener firmemente en sus manos la dirección del conjunto del movimiento, no por la fuerza del poder sino por la fuerza de la autoridad, es decir de la energía, la experiencia, la capacidad y la tolerancia.
10. Por lo tanto, todo partido comunista debe, en sus esfuerzos por tener solamente afiliados realmente activos, exigir de todos los que figuran en sus filas que pongan a disposición del partido su fuerza y su tiempo en la medida en que pueda disponer de él en las circunstancias dadas y que siempre consagren al partido lo mejor de sí. Para ser miembro del Partido comunista es preciso de una manera general, con convicción comunista por supuesto, realizar también las formalidades de la afiliación, primero eventualmente como candidato, luego como miembro. Es preciso pagar regularmente las cotizaciones establecidas, el abono al diario del Partido, etc. Pero lo más importante es la participación de cada miembro en el trabajo político cotidiano.
11. Todo miembro del partido debe, de manera general, ser incorporado a un pequeño grupo de trabajo, en vista del trabajo político cotidiano: en un comité, en una comisión, una oficina, un colegio, una fracción o una célula. Sólo de esta manera el trabajo político puede ser repartido, dirigido y realizado regularmente.
Ni hay que decir que es preciso también tomar parte en las reuniones generales de los miembros de las organizaciones locales. En condiciones de legalidad no es conveniente tratar de remplazar esas reuniones periódicas por representaciones locales. Por el contrario, es preciso que todos los miembros tengan la obligación de asistir regularmente a esas reuniones. Pero esto no es suficiente. La organización regular de esas reuniones supone un trabajo realizado en pequeños grupos o por camaradas especialmente encargados, al igual que los preparativos para una eficaz utilización de las reuniones generales de obreros, manifestaciones y acciones de masas del proletariado. Las múltiples tareas que impone esta actividad sólo pueden ser abordadas y realizadas con eficacia por grupos reducidos. Sin ese trabajo, constante aunque mediocre, del conjunto de los afiliados, realizado en gran número de pequeños grupos obreros, los esfuerzos más afanosos en la lucha de clases del proletariado resultarán vanos en su intento de gravitar en esas luchas. No podrán lograr la concentración necesaria de todas las fuerzas vivas revolucionarias en un Partido comunista unido y capaz de actuar.
12. Es preciso crear células comunistas para el trabajo cotidiano en los diferentes dominios de la actividad política del partido, para la agitación casa por casa, para los cursos del Partido, para el servicio de prensa, para la distribución de la literatura, para el servicio de noticias, para el de los contactos, etcétera.
Las células comunistas son grupos destinados al trabajo comunista en las empresas y en los talleres, en los sindicatos, en las asociaciones proletarias, en las unidades militares, etc., en todas partes donde haya al menos algunos miembros o simpatizantes del Partido comunista. Si hay varios en la misma empresa o en el mismo sindicato, etc., la célula se convierte en una fracción cuyo trabajo es dirigido por el grupo de célula.
Si es necesario formar ante todo una fracción más vasta y de oposición general o simplemente participar en una organización ya existente, los comunistas deben esforzarse por obtener la dirección de dicha organización para su célula.
La creación de una célula comunista, su transformación o su acción pública en calidad de comunista están subordinadas a la observación escrupulosa y al análisis de los peligros y de las ventajas que presenta la situación particular considerada.
13. Una tarea especialmente difícil para un partido de masas comunista es la de establecer la obligación general de trabajo en el partido y la organización de esos pequeños grupos de trabajo. Y por cierto que esa tarea no se puede realizar en un día, pues exige una perseverancia infatigable, una reflexión madura y gran energía.
Es particularmente importante que esta reorganización sea llevada a cabo desde el comienzo con el mayor cuidado y luego de una madura reflexión. Sería demasiado fácil repartir dentro de cada organización a todos los miembros según un esquema formal en pequeñas células e invitar a esas células a actuar en la vida cotidiana del partido. Ese comienzo sería peor que la inactividad. Provocaría inmediatamente la desconfianza y el alejamiento de los miembros del partido con respecto a esta importante transformación.
Es necesario recomendar que los dirigentes del partido elaboren primeramente, luego de una consulta a fondo con los organizadores asiduos, las primeras líneas directrices de esta transformación. Los organizadores deben ser a la vez comunistas absolutamente convencidos y abnegados y estar informados del estado del movimiento en los diferentes centros principales del país. Después de ésto, los organizadores o los comités de organización que han recibido las instrucciones necesarias deben dedicarse a preparar regularmente el trabajo en el lugar, deben elegir y designar a los jefes de grupos y adoptar las primeras medidas inmediatas en vistas de esta transformación. Luego deben plantear tareas totalmente definidas y concretas ante las organizaciones, los grupos de obreros, las células y los diferentes miembros, y hay que formularlo de tal modo que esas tareas parezcan útiles, deseables y prácticas. Si es necesario, también puede mostrárseles por medio de ejemplos prácticos cómo deben realizarlas, haciéndoles comprender también cuáles son los errores que hay que evitar muy especialmente.
14. Ese nuevo modo de organización debe ser realizado paso a paso. Por eso no hace falta crear demasiadas células nuevas o grupos de obreros en las organizaciones locales. Es preciso ante todo asegurarse, basándose en los resultados de una corta práctica, que las células formadas en diferentes fábricas y talleres importantes funcionen regularmente, que se formen grupos obreros indispensables en los otros dominios de la actividad de partido y que se consoliden hasta un cierto grado (por ejemplo en el servicio de información, de enlace, en la agitación casa por casa, el movimiento femenino, la distribución de materiales, el servicio de prensa, el movimiento de los desocupados, etc.). En ningún caso debe destruirse ciegamente la estructura de la antigua organización antes de que la nueva esté, por así decir, estabilizada.
Pero mientras dure ese trabajo, la tarea fundamental de la organización comunista debe ser proseguida en todas partes con la mayor energía posible, lo que exige grandes esfuerzos no solamente por parte de las organizaciones ilegales. Hasta que exista una amplia red de células, fracciones y grupos obreros en todos los puntos vitales de la lucha de clases proletaria, hasta que cada miembro del partido, decidido y consciente de sus fines, participe en el trabajo cotidiano revolucionario y este acto de participación se convierta para los afiliados en un hábito natural, hasta ese momento el partido no puede permitirse ninguna pausa en sus esfuerzos encaminados a la ejecución de esa tarea.
15. Esta tarea fundamental de organización obliga a los organismos dirigentes del partido a guiar continuamente y a incidir sistemáticamente en el trabajo del partido y a hacerlo de una manera total y sin intermediarios. De allí se deriva para los camaradas que están al frente de las organizaciones de partido la obligación de abordar los más diversos trabajos. El órgano central dirigente del partido comunista debe no solamente vigilar que todos los camaradas estén ocupados sino también ayudarlos, dirigir su trabajo de acuerdo con un plan establecido y con conocimiento práctico de causa, orientándolos por el buen camino a través de todas las condiciones y circunstancias específicas. En su propia actividad, dicho órgano debe además tratar de localizar los errores cometidos y, basándose en la experiencia adquirida, mejorar constantemente sus métodos de trabajo, sin perder de vista al mismo tiempo el objetivo de la lucha.
16. Nuestro trabajo político general es la lucha práctica o teórica o la preparación de esta lucha. La especialización de ese trabajo fue muy defectuosa hasta el momento. Hay dominios muy importantes en los cuales el partido sólo ha realizado hasta el momento esfuerzos accidentales. Por ejemplo, los partidos legales no han hecho casi nada en el campo de la lucha especial contra la policía política. La instrucción de los camaradas del partido se realiza en general de modo accidental y secundario, y esto último tan superficialmente, que la mayor parte de las decisiones más importantes del Partido, hasta el programa y las resoluciones de la Internacional comunista, todavía son totalmente desconocidas por los grandes sectores de miembros del partido. El trabajo de instrucción debe ser ordenado y profundizado incesantemente por parte de todo el sistema de las organizaciones del partido, todos los grupos de trabajo, a fin de obtener mediante esos esfuerzos sistemáticos, un grado cada vez más elevado de especialización.
17. La rendición de cuentas es uno de los deberes más indispensables para las organizaciones comunistas. Corresponde a todas las organizaciones y a todos los órganos del partido como así también a cada afiliado individualmente. La rendición de cuentas debe ser realizada regularmente. En esa oportunidad, debe redactarse un informe sobre el cumplimiento de las misiones especiales confiadas por el Partido. Es importante realizar esas rendiciones de cuentas de manera tan sistemática que se arraigue en el movimiento comunista como una de sus mejores tradiciones.
18. El Partido debe hacer regularmente un informe a la dirección de la Internacional comunista. Las diferentes organizaciones del partido deben presentar su informe al Comité inmediatamente superior (por ejemplo, informe mensual de la organización local al Comité de Partido respectivo).
Cada célula, fracción y grupo obrero debe presentar un informe al órgano del partido bajo cuya dirección efectiva se halla. Los afiliados harán uno individualmente, digamos semanal, a la célula o al grupo de trabajo (y también a su jefe jerárquico) al que pertenece referido a la realización de misiones especiales que le han sido encargadas por el órgano del Partido al que dirige el informe.
Esta suerte de rendición de cuentas debe llevarse a cabo, en la primera ocasión que se presente, oralmente si el Partido o su representante no exige un informe escrito. Los informes deben ser concisos y estar referidos a hechos. El órgano que lo recibe es responsable de la conservación de esas comunicaciones cuya publicación sería muy peligrosa. También es responsable de la comunicación inmediata de los informes importantes al órgano dirigente del Partido.
19. Es evidente que esos informes del Partido no deben limitarse a dar a conocer lo que el informante ha hecho sino también contener comunicaciones respecto a circunstancias observadas durante su actividad y que puedan interesar para nuestra lucha.
Deben mencionarse específicamente las observaciones capaces de producir un cambio o una mejora de nuestra táctica futura. También es necesario proponer los cambios cuya necesidad se hace sentir en el curso de la actividad.
En todas las células, fracciones y grupos de trabajo comunistas, los informes recibidos por esas organizaciones o que ellas deben hacer tienen que convertirse en un hábito.
En las células y grupos de trabajo, debe vigilarse que los miembros individualmente o en grupos reciban regularmente la misión especial de observar e informar sobre lo que sucede en las organizaciones del adversario y particularmente en las organizaciones obreras pequeño-burguesas y de los partidos “socialistas”.
IV. PROPAGANDA Y AGITACIÓN
20. Nuestra tarea más importante antes de la sublevación revolucionaria declarada es la propaganda de agitación revolucionaria. En su mayor parte, esta actividad y su organización aún es llevada a cabo con frecuencia a la antigua usanza formalista, mediante manifestaciones ocasionales, mediante reuniones de masas y sin preocuparse del contenido revolucionario concreto de los discursos y de los escritos.
La propaganda y la agitación comunista debe, ante todo, arraigarse en los medios más profundos del proletariado. Debe ser engendrada por la vida concreta de los obreros, por sus intereses comunes, particularmente por sus luchas y esfuerzos.
Lo que imprime más fuerza a la propaganda comunista es su contenido revolucionador. Desde ese punto de vista, es preciso considerar lo más atentamente posible las consignas y la actitud a adoptar con respecto a los problemas concretos en las diversas situaciones. A fin de que el partido siempre pueda adoptar una posición justa, debe impartirse un curso de instrucción prolongado y completo no solamente a los propagandistas y agitadores profesionales sino también a los demás afiliados.
21. Las formas principales de propaganda y de agitación comunistas son: entrevistas personales verbales, participación en los combates de los movimientos obreros sindicales y políticos, acción ejercida por la prensa y la literatura del partido. Cada miembro de un partido legal o ilegal debe, de una forma u otra, participar regularmente en esta actividad.
La propaganda personal verbal debe ser llevada a cabo en primer lugar a modo de agitación casa por casa, organizada sistemáticamente y confiada a grupos constituidos especialmente con ese objeto. Ni una sola casa, situada en la esfera de influencia de la organización local del partido, debe quedar al margen de esta agitación. En las ciudades más importantes, una agitación callejera, especialmente organizada mediante carteles y volantes, puede lograr buenos resultados. Además, en las fábricas y los talleres es necesario organizar una agitación personal regular, llevada a cabo por las células o fracciones de partido y acompañada de distribución de literatura.
En los países en cuya población existen minorías nacionales, el deber del partido consiste en conceder toda la atención necesaria a la propaganda y la agitación en los sectores proletarios de esas minorías. La agitación y la propaganda deberán naturalmente ser realizadas en la lengua de las minorías nacionales respectivas. Para ese objeto, el partido creará organismos apropiados.
22. Cuando la propaganda comunista se realiza en los países capitalistas donde la mayoría del proletariado no tiene ninguna inclinación revolucionaria consciente, es preciso buscar métodos de acción cada vez más perfectos para ir al encuentro de la comprensión del obrero que aún no es revolucionario pero que comienza a serlo y para facilitarle la entrada al movimiento revolucionario. La propaganda comunista debe servirse de sus principios en las diferentes situaciones para sostener en el espíritu del obrero durante su lucha interior contra las tradiciones y las inclinaciones burguesas, las tendencias que en él recién comienzan a surgir, inconscientes aún, incompletas, vacilantes y semiburguesas, pero que constituyen para él un elemento de progreso revolucionario.
A la vez, la propaganda comunista no debe limitarse a las demandas o esperanzas de las masas proletarias tal como son en la actualidad, es decir restringidas y vacilantes. Los gérmenes revolucionarios de esas demandas y esperanzas sólo constituyen el punto de partida necesario para influir sobre ellas. Pues solamente mediante esta combinación es posible explicar al proletariado de una manera más comprensible lo que es el comunismo.
23. Es preciso realizar la agitación comunista entre las masas proletarias de modo tal que los proletarios militantes reconozcan a nuestra organización comunista como la que debe dirigir leal y valerosamente, con previsión y energía, su propio movimiento hacia un objetivo común.
Con este fin, los comunistas deben participar en todos los combates espontáneos y en todos los movimientos de la clase obrera y tomar a su cargo la defensa de los intereses de los obreros en todos sus conflictos con los capitalistas respecto a la jornada de trabajo, etc. Al hacerlo, los comunistas se ocuparán enérgicamente de los problemas concretos de la vida de los obreros, ayudándolos a desenvolverse en esas cuestiones, a atraer su atención sobre las irregularidades más evidentes, a formular exactamente y en forma práctica sus reivindicaciones ante los capitalistas y a la vez a desarrollar en ellos el espíritu de solidaridad y la conciencia de la comunidad de sus intereses y los de los obreros de todos los países, como una clase unida y que constituye una parte del ejército mundial del proletariado.
Sólo si se participa constantemente en ese menudo pero absolutamente necesario trabajo cotidiano, si se aplica el mayor espíritu de sacrificio en todos los combates del proletariado, el “Partido comunista” podrá convertirse en un verdadero Partido comunista.
Sólo por ese trabajo los comunistas se distinguirán de esos partidos socialistas dedicados puramente a la propaganda y a la afiliación que ya pasaron a la historia y cuya actividad sólo consiste en reuniones de afiliados en discursos sobre las reformas y en la explotación inútil del parlamento. La participación consciente y sacrificada de toda la masa de los afiliados de un partido en la escuela de los combates y diferendos cotidianos entre los explotados y los explotadores es la premisa indispensable no solamente de conquista sino también, en una medida aún más amplia, de la realización de la dictadura del proletariado. Solamente colocándose al frente de las masas obreras en sus constantes escaramuzas contra los ataques del capital, el partido comunista puede ser capaz de convertirse en esa vanguardia de la clase obrera, de aprender sistemáticamente a dirigir en los hechos al proletariado y de adquirir los medios de preparar conscientemente la derrota de la burguesía.
24. Los comunistas deben ser movilizados en gran número para tomar parte en el movimiento de los obreros, sobre todo durante las huelgas, los lock-outs y demás despidos en masa.
Los comunistas cometen una falta muy grave si se amparan en el programa comunista y en la batalla revolucionaria final para adoptar una actividad pasiva y negligente, o hasta hostil, en relación con los combates cotidianos que los obreros libran actualmente para obtener mejoras, aunque pequeñas, en sus condiciones de trabajo. Por mínimas y modestas que sean las reivindicaciones por cuya satisfacción el obrero ya en la actualidad está dispuesto a enfrentarse con los capitalistas, los comunistas minen deben usarlo como pretexto para mantenerse al margen del combate. Nuestra actividad agitativa no debe hacer pensar que los comunistas son ciegos instigadores de huelgas estúpidas y otras acciones insensatas, pero en todas partes debemos merecer entre los obreros militantes el reconocimiento de ser los mejores camaradas de combate.
25. La práctica del movimiento sindical ha demostrado que las células y fracciones comunistas tienen con frecuencia una conducta bastante confusa y no saben cómo proceder cuando se enfrentan con los más simples problemas diarios. Es difícil, aunque estéril, no hacer otra cosa que predicar los principios generales del comunismo para caer en la variante totalmente negativa de un sindicalismo vulgar, ante los primeros problemas concretos que se presentan. Con ese tipo de comportamiento, se facilita el juego de los dirigentes de la Internacional amarilla de Amsterdam.
Por el contrario, los comunistas deben determinar su actitud según los datos concretos de cada problema que se plantea. Por ejemplo, en lugar de oponerse por principio a todo contrato de trabajo, deberían primeramente luchar por la obtención de modificaciones materiales en el texto de esos contratos, recomendados por los jefes de Amsterdam. Es preciso condenar y combatir resueltamente todos los obstáculos tendientes a impedir que los obreros estén dispuestos para el combate. No debemos olvidar que justamente el objetivo de los capitalistas y de sus cómplices de Amsterdam es maniatar a los obreros mediante cada contrato. Por eso el deber del comunista consiste en exponer ese objetivo a los obreros. Pero por regla general, el mejor medio de que disponen los comunistas para lograr contrarrestarlo es proponer una tarifa que no comprometa a los obreros.
Esta misma actitud, por ejemplo, es muy útil en relación a los servicios asistenciales y a las instituciones de ayuda de los sindicatos obreros. La colecta de fondos para el combate y la distribución de subsidios en época de huelga por parte de las cajas mutuales no son acciones perjudiciales en sí, y oponerse en principio a ese tipo de actividad sería mal visto.
Solamente diremos que esas colectas de dinero y esa forma de gastarlo, recomendadas por los jefes de Amsterdam, están en contradicción con los intereses de las clases revolucionarias. En relación con las cajas mutuales de los sindicatos, etc., es correcto que los comunistas reclamen la supresión de las cotizaciones especiales como así también de todas las medidas restrictivas en las cajas voluntarias. Pero si prohibiésemos a los afiliados, sin ningún tipo de explicación, el aporte de su dinero para ayudar a las organizaciones de auxilio a los enfermos, los afiliados que quieren continuar asegurando mediante estos aportes la ayuda prestada por esas instituciones no nos comprenderían. Primeramente es preciso liberar a estos afiliados, por medio de una propaganda personal intensiva, de su tendencia pequeñoburguesa.
26. Nada se puede esperar de ningún tipo de entrevistas con los jefes sindicales, así como con los dirigentes de los diferentes partidos obreros socialdemócratas y pequeñoburgueses. Contra aquéllos debe organizarse la lucha con toda energía. Pero el único medio seguro y victorioso de combatirlos consiste en apartarlos de sus adeptos y demostrar a los obreros el ciego servicio de esclavos que sus jefes socialtraidores prestan al capitalismo. Por lo tanto, debemos, en la medida de lo posible, colocar ante todo a esos jefes en una situación en que se vean obligados a desenmascararse y atacarlos, luego de esos preparativos, del modo más enérgico.
No basta con arrojar simplemente a la cara de los jefes de Amsterdam la injuria de “amarillos”. Su carácter de “amarillos” debe ser demostrado detalladamente y con ejemplos prácticos. Su actividad en las uniones obreras, en la Oficina Internacional del Trabajo de la Liga de las Naciones, en los ministerios y las administraciones burguesas, sus falsedades en los discursos pronunciados en las conferencias y en los parlamentos, los pasajes esenciales de sus numerosos artículos pacifistas en centenares de diarios y revistas, pero sobre todo su forma imprecisa y oscilante de conducirse cuando se trata de preparar y de llevar a cabo las más mínimas movilizaciones por salarios y los combates obreros, todo esto ofrece diariamente la ocasión de exponer la conducta desleal y traidora de los jefes de Amsterdam y asignarles el nombre de “amarillos”. Se puede hacerlo presentando proposiciones, mociones y mediante discursos formulados de manera simple.
Es preciso que las células y fracciones del partido lancen sistemáticamente acciones prácticas. Los comunistas no deben dejarse detener por las explicaciones de los sectores subalternos de la burocracia sindical, que trata de defenderse de su debilidad —la que a pesar de toda su buena voluntad a veces se pone en evidencia— censurando sus estatutos, las decisiones de las conferencias y las órdenes recibidas de sus comités centrales. Los comunistas deben reclamar constantemente a esta burocracia subalterna respuestas claras y exigirle explicaciones sobre lo que ha hecho para salvar los obstáculos que aduce y si está dispuesta a combatir con los obreros para lograr su superación.
27. Las fracciones y los grupos de obreros deben preparar cuidadosamente la participación de los comunistas en las asambleas y en las conferencias de las organizaciones sindicales. Deben, por ejemplo, elaborar sus proposiciones, elegir sus informantes y los oradores que hagan su defensa, proponer como candidatos a camaradas capaces, experimentados y enérgicos, etc.
Las organizaciones comunistas deben igualmente, mediante sus grupos obreros, preparar con cuidado su participación en todas las asambleas generales, en las asambleas electorales, en las demostraciones, en las fiestas políticas obreras, etc., organizadas por los partidos enemigos. Cuando se trate de asambleas obreras generales preparadas por los propios comunistas, los grupos obreros comunistas deberán actuar en el mayor número posible, tanto antes como durante las asambleas, de acuerdo con un plan único, a fin de estar seguros de aprovechar ampliamente esas asambleas desde el punto de vista de la organización.
28. Los comunistas deben aprender cada vez más a atraer definitivamente a la órbita de influencia de su partido a los obreros no organizados e indiferentes. Nuestras células y fracciones deben hacer todo lo que esté a su alcance para incorporarlos a los sindicatos e inducirlos a leer nuestro diario. También es posible servirse de otras asociaciones obreras en calidad de intermediarias para propagar nuestra influencia, como por ejemplo las sociedades de instrucción y los círculos de estudios, las sociedades deportivas, teatrales, las uniones de consumidores, las organizaciones de víctimas de la guerra, etc.
En los lugares donde el partido comunista está obligado a trabajar en la ilegalidad, dichas uniones obreras pueden, con la aprobación y bajo el control del órgano del partido dirigente, ser formadas fuera del partido a iniciativa de sus miembros (asociaciones de simpatizantes). Las organizaciones comunistas juveniles y femeninas también pueden, mediante sus cursos, conferencias, excursiones, fiestas, picnics dominicales, etc., despertar en muchos proletarios indiferentes hasta ese momento a los problemas políticos, el interés por una vía de organización común y luego atraerlos para siempre y hacerlos participar de este modo en un trabajo útil para nuestro partido (por ejemplo la distribución de volantes, proclamas, la distribución de los diarios del partido, de folletos, etc.). Mediante una participación activa en los movimientos comunes, esos obreros podrán liberarse más rápidamente de sus tendencias pequeñoburguesas.
29. Para conquistar a los sectores semi-proletarios de la masa obrera y convertirlos en simpatizantes del proletariado revolucionario, los comunistas deben utilizar sobre todo la contradicción de sus intereses, socialmente opuestos a los grandes propietarios de bienes fundiarios, a los capitalistas y al estado capitalista. Deben, por medio de permanentes conversaciones, hacer perder a esos sectores intermedios su desconfianza con respecto a la revolución proletaria. Para obtener este resultado, muchas veces será necesario hacer propaganda durante un tiempo bastante largo. Es preciso dar pruebas de interés y sensibilidad por sus necesidades vitales, organizar oficinas de información gratuitas para ellos y ayudarlos a superar pequeñas dificultades cuando no lo pueden lograr por sí mismos. Es necesario atraerlos a instituciones especiales que servirán para instruirlos gratuitamente, etc. Todas esas medidas podrán aumentar la confianza en el movimiento comunista. Hay que ser, a la vez, muy prudente y actuar infatigablemente contra las organizaciones y las personas hostiles que tienen autoridad en un lugar dado o que poseen una influencia considerable sobre los pequeños campesinos trabajadores, sobre los artesanos a domicilio y otros elementos semi-proletarios. Es preciso caracterizar a los enemigos más cercanos, a aquellos a los que los explotados conocen como a sus opresores por su propia experiencia, hay que caracterizarlos como los representantes del crimen de todo el capitalismo. Los propagandistas y agitadores comunistas deben utilizar al extremo y de manera comprensible para todos, los elementos y hechos cotidianos que colocan a la burocracia estatal en conflicto directo con el ideal de la democracia pequeñoburguesa y del “Estado del derecho”.
Todas las organizaciones locales establecidas en el campo deben compartir equitativamente entre sus miembros las tareas de agitación casa por casa que deben desarrollar, en la esfera de su actividad, en todos los pueblos, en todos los cascos de haciendas y en las granjas y casas apartadas.
30. Para la propaganda en el ejército y en la flota del Estado capitalista, habrá que buscar en cada país los métodos más apropiados. La agitación antimilitarista en un sentido pacifista es muy perjudicial, pues sólo logra alentar a la burguesía en su deseo de desarmar al proletariado. El proletariado rechaza en principio y combate del modo más enérgico a todas las instituciones militaristas del Estado burgués y de la clase burguesa en general. Por otra parte, el proletariado aprovecha esas instituciones (ejército, sociedades de preparación militar, milicia por la defensa de los ciudadanos, etc.) para ejercitar militarmente a los obreros con vistas a las luchas revolucionarias. La agitación intensiva no debe, por lo tanto, estar dirigida contra la formación militar de la juventud y de los obreros sino contra el orden militarista y contra la arbitrariedad de los oficiales. El proletariado debe utilizar del modo más enérgico toda posibilidad de apropiarse de armas.
La antítesis de clases que se pone de manifiesto en los privilegios materiales de los oficiales y en los malos tratos infligidos a los soldados debe ser comprendida por estos últimos. Además, en las campañas agitativas destinadas a los soldados, es preciso destacar claramente hasta qué punto todo su futuro está estrechamente ligado a la suerte de la clase explotada. En un período avanzado de fermentación revolucionaria, la agitación en favor de la elección democrática de los mandos por parte de los soldados y marineros y en favor de la formación de soviets de soldados puede ser muy eficaz para sabotear las bases del poder de la clase capitalista.
En la agitación contra las tropas especiales que la burguesía organiza para la guerra de clases y en particular contra sus grupos de voluntarios armados, es necesario concentrar constantemente el máximo de atención y energía. En los lugares donde la estructura social y el medio corrompido lo permitan, la descomposición social debe ser introducida sistemáticamente y en el momento oportuno en sus filas. Cuando estos grupos o tropas posean un carácter de clase uniformemente burgués, como por ejemplo en las tropas compuestas exclusivamente de oficiales, es preciso desenmascararlas ante el conjunto de la población, tornarlas despreciables y odiosas de modo de provocar su disolución interna a consecuencia del aislamiento que la acción de propaganda provocará.
V. ORGANIZACIÓN DE LAS LUCHAS POLÍTICAS
31. Para un partido comunista, en ninguna circunstancia su organización puede permanecer políticamente inactiva. La utilización orgánica de toda situación política y económica y de toda modificación de esta situación debe ser elevada al nivel de una estrategia y de una táctica organizadas.
Aunque el Partido aún sea débil, se halla sin embargo en condiciones de aprovechar los acontecimientos políticos o las grandes huelgas que conmueven toda la vida económica, para llevar a cabo una acción de propaganda radical, sistemática y metódicamente organizada. Apenas el Partido tome una decisión ante cualquier situación de este tipo, debe movilizar enérgicamente en su campaña a todos sus afiliados y a todos los sectores de su organización.
En primer lugar, utilizará las vinculaciones que el Partido ha conseguido mediante el trabajo de sus células y de sus grupos de propaganda para organizar reuniones en los principales centros políticos o huelguísticos, reuniones en las que los oradores del Partido deberán demostrar a los asistentes que los principios comunistas son el medio de sortear las dificultades de la lucha. Grupos de trabajo especiales deberán preparar hasta en sus mínimos detalles todas esas reuniones. Si el Partido no puede organizarlas por sí mismo, deberá enviar camaradas elegidos adecuadamente a las reuniones generales de los huelguistas o de los proletarios que participen en cualquier tipo de combate.
Si hay esperanzas de ganar para nuestras ideas a la mayoría o al menos a una gran parte de los asistentes a la reunión, dichas ideas deberán ser formuladas en forma de propuestas y resoluciones bien redactadas y hábilmente motivadas. Una vez que estén listas esas propuestas o resoluciones, habrá que lograr que, en forma idéntica u análoga, sean admitidas al menos por fuertes minorías en todas las reuniones mantenidas con el mismo objeto o en otras. De ese modo, obtendremos la concentración de las capas proletarias en movimiento que por ahora sólo sufren nuestra influencia moral, y les haremos admitir la nueva dirección.
Luego de todas esas reuniones, los grupos de trabajo que hayan participado en su preparación y en su desarrollo deberán volver a reunirse no sólo para redactar un informe al Comité Dirigente del Partido sino también para extraer de las experiencias realizadas o de los errores eventualmente cometidos las enseñanzas necesarias para la actividad posterior.
Según la situación, las consignas prácticas deberán ser puestas en conocimiento de las masas obreras interesadas por medio de afiches y volantes, o también mediante folletos detallados remitidos directamente a los combatientes y en los cuales la doctrina comunista será claramente explicada mediante consignas de actualidad adaptadas a la situación. Para distribuir hábilmente los panfletos, son necesarios grupos especialmente organizados. Esos grupos determinarán los lugares donde deberán ser colocados los afiches y elegir el momento oportuno para realizar dicha operación. La distribución de los volantes dentro y en la puerta de los lugares de trabajo, en los establecimientos públicos, en los alojamientos de obreros que participan en el movimiento, en las esquinas, en las agencias de colocaciones y en las estaciones, deberá ser acompañada, en la medida de lo posible, de discusiones en términos convincentes, susceptibles de ser difundidas entre la masa movilizada. Los panfletos detallados serán distribuidos, si es viable, solamente en los lugares cubiertos, en los talleres, en las casas y en general en todas aquellas partes donde pueda lograrse una atención sostenida.
Es necesario que esta intensa propaganda sea apoyada por una acción paralela en todas las asambleas de sindicatos o de empresas implicadas en el movimiento donde hayan sido invitados nuestros camaradas o en asambleas organizadas por ellos mismos, a las que enviarán informantes y oradores apropiados. Los diarios del Partido pondrán permanentemente a disposición de ese movimiento la mayor parte de sus columnas y sus mejores argumentos. Durante todo el tiempo que dure el movimiento, el conjunto del aparato del partido deberá estar entregado en forma total y sin tregua al servicio de la idea general que lo anima.
32. Las manifestaciones y las acciones demostrativas exigen una dirección muy abnegada y flexible, que considere constantemente el objetivo de esas acciones y esté en todo momento en condiciones de apreciar si la manifestación tuvo el mayor éxito posible o si en la situación dada es posible intensificarla aún más ampliándola para convertirla en una acción de masas bajo la forma primeramente de huelgas demostrativas y luego de huelgas de masas. Las manifestaciones pacifistas llevadas a cabo durante la guerra nos enseñaron que, aún después del aplastamiento de este tipo de manifestación, un verdadero partido proletario de lucha, aun si actúa en la ilegalidad, no debe ni vacilar ni detenerse cuando se trata de un gran objetivo actual que necesariamente despierta en las masas un creciente interés.
Las manifestaciones callejeras encuentran su mejor apoyo en las grandes empresas. Cuando se ha logrado crear un cierto estado de ánimo general mediante el trabajo preparatorio metódico de nuestras células y nuestras fracciones, luego de una propaganda oral o por medio de panfletos, los hombres de confianza de nuestro partido en las empresas, los responsables de las células y de las fracciones, deberán ser convocados por el Comité Dirigente a una conferencia donde serán discutidas las operaciones convenientes para el día siguiente, el momento exacto de la concentración, el carácter de las consignas, las perspectivas de la acción, su intensificación y el momento de su terminación y desconcentración. Un grupo de funcionarios provistos de instrucciones correctas y expertos en problemas de organización deberá constituir el eje de la manifestación desde la partida en el lugar de trabajo hasta su dispersión. A fin de que esos funcionarios mantengan un contacto directo entre sí y puedan recibir permanentemente las directivas políticas necesarias en todo momento, los trabajadores responsables del Partido deberán participar metódicamente, confundidos entre la masa, en la manifestación. Esta dirección móvil política y organizada de la manifestación constituye la condición más favorable para la reanudación y eventualmente para la intensificación de la acción y su transformación en grandes acciones de masas.
33. Los Partidos comunistas que gozan ya de cierta solidez interna, que disponen de un grupo de funcionarios experimentados y de un número de partidarios considerable en el seno de las masas, deben hacer todo lo posible por destruir, mediante grandes campañas, la influencia de los dirigentes socialistas-traidores y por conducir bajo la dirección comunista a la mayoría de los obreros. Las campañas deben ser organizadas de modo diferente si las luchas actuales permiten al Partido comunista actuar como guía del proletariado y colocarse al frente del movimiento o si se produce un estancamiento momentáneo. La composición del Partido será también un elemento determinante para los métodos organizativos de las acciones.
Así fue cómo, para ganar a las capas socialmente decisivas del proletariado, ya que esto no era posible en las diferentes circunscripciones, el Partido Comunista Unificado de Alemania, en cuanto que joven partido de masas, recurrió al método llamado de la “carta abierta”. Con el objeto de desenmascarar a los jefes socialistas-traidores, el Partido comunista se dirigió, en un momento en que la miseria y los antagonismos de clase se agudizaban, a las otras organizaciones del proletariado para exigir de ellas una respuesta clara ante las masas a la pregunta de saber si estaban dispuestas con sus organizaciones aparentemente tan poderosas, a emprender la lucha común, de acuerdo con el Partido comunista, en pro de las reivindicaciones mínimas, de un miserable pedazo de pan y contra la evidente indigencia del proletariado.
Cuando el Partido comunista inicia una campaña similar, debe adoptar todas las medidas tendientes a provocar un eco ante su acción en los sectores más amplios de la clase obrera. Todas las fracciones profesionales y todos los funcionarios sindicales del Partido deben considerar, en todas las reuniones de obreros de empresas o de sindicatos y en todas las reuniones públicas en general, las reivindicaciones vitales del proletariado.
En aquellos lugares donde nuestras fracciones y células deseen que nuestras reivindicaciones sean aprobadas por las masas, deberán ser hábilmente distribuidos volantes, panfletos y afiches a fin de conmover la opinión pública. La prensa de nuestro partido, durante las semanas que dure esta campaña, debe informar al movimiento ya sea sucinta o detalladamente, pero siempre desde nuevos enfoques. Las organizaciones suministrarán a la prensa informaciones corrientes relativas al movimiento y vigilarán enérgicamente que los redactores permanezcan activos durante esta campaña del partido.
Las fracciones del partido en el Parlamento y en las instituciones municipales también deberán ponerse sistemáticamente al servicio de estas luchas. Provocarán la discusión mediante propuestas convenientes en las asambleas deliberantes, de acuerdo con las directivas del Partido. Los diputados deberán actuar y sentirse como miembro conscientes de las masas combatientes, como sus portavoces en el campo de sus enemigos de clase, como funcionarios responsables y como trabajadores del partido.
Cuando la acción concentrada, organizada y coherente de todos los miembros del partido provoque una cantidad de órdenes del día a ser aprobadas cada vez mayor y que aumente incesantemente en el curso de algunas semanas, el partido se enfrentará con este grave problema: organizar, concentrar orgánicamente a las masas que adhieren a nuestras consignas.
Si el movimiento ha adquirido sobre todo un carácter sindical, es preciso tratar de acrecentar nuestra influencia en los sindicatos ordenando a las fracciones comunistas que se dediquen, luego de una buena preparación, directamente a la dirección sindical local para, o bien destruirla u obligarla a llevar a cabo una lucha organizada sobre la base de las consignas de nuestro Partido.
En los lugares donde haya comités de fábricas, consejos de industrias u otras instituciones análogas, es necesario que nuestras fracciones actúen de manera tal que esas instituciones participen en la lucha. Una vez que una cierta cantidad de organizaciones locales hayan sido ganadas para esta lucha bajo la dirección comunista, en pro de los intereses vitales más elementales del proletariado, se deberá convocar a esas organizaciones a reuniones donde enviarán sus delegados. La nueva dirección así consolidada bajo la influencia comunista gana, mediante esta concentración de los grupos activos del proletariado organizado, una nueva fuerza de ataque que a su vez debe ser utilizada para impulsar hacia adelante a la dirección de los partidos socialistas y de los sindicatos o, al menos, para derrotarlos en lo sucesivo también orgánicamente.
En las regiones económicas donde nuestro partido dispone de sus mejores organizaciones y donde halló una mayor aprobación de sus consignas, es necesario, por medio de una presión organizada sobre los sindicatos y los soviets de empresas locales, concentrar todas las luchas económicas aisladas que estallan en esa región y también los movimientos desarrollados por otros grupos y transformarlos en una gran lucha única, que desborde en adelante el marco de los intereses profesionales particulares y persiga algunas reivindicaciones elementales comunes, a fin de obtener esas reivindicaciones con ayuda de las fuerzas unificadas de todas las organizaciones de la zona.
En ese movimiento, el Partido comunista será el verdadero guía del proletariado dispuesto a la lucha, mientras que la burocracia sindical y los Partidos socialistas que se opongan a un movimiento organizado sobre la base de ese tipo de acuerdo serán aniquilados no solamente por la pérdida de toda autoridad política y moral sino también por la destrucción efectiva de su organización.
34. Si el Partido comunista se ve obligado a tratar de apoderarse de la dirección de las masas en un momento en que los antagonismos políticos y económicos se agudizan y provocan nuevos movimientos y nuevas luchas, se puede renunciar al planteo de reivindicaciones particulares y dirigir llamamientos simples y concisos directamente a los miembros de los partidos socialistas y de los sindicatos, invitándolos a no eludir las luchas imprescindibles contra los empresarios, aún a pesar de los consejos de sus dirigentes burócratas, dada la gran miseria y la creciente opresión, y a fin de no ser impulsados a la pérdida y la ruina totales. Los órganos del Partido y sobre todo los diarios deben demostrar y destacar, mientras dure el movimiento, que los comunistas están dispuestos a participar al frente en las luchas actuales o futuras de los proletarios reducidos a la miseria, y que acudirán en ayuda de todos los oprimidos en la medida de lo posible, dada la tensión del momento actual. Se deberá probar diariamente que el proletariado ya no podrá subsistir sin esas luchas y que, pese a ello, las antiguas organizaciones tratan de evitarlas e impedirlas.
Las fracciones sindicales y profesionales deben apelar incesantemente en las reuniones al espíritu de combate de sus camaradas haciéndoles comprender claramente que ya no es posible vacilar más. Pero durante una campaña de ese tipo lo esencial es la concentración y la unificación orgánica de las luchas y de los movimientos provocados por la situación. No solamente las células y las fracciones comunistas de las empresas y de los sindicatos movilizados en la lucha deben conservar permanentemente un contacto muy estrecho sino que también las direcciones deben poner inmediatamente a disposición de los movimientos que se produzcan a funcionarios y militantes activos del partido encargados, de acuerdo con los combatientes, de generalizar, ampliar e intensificar, y a la vez de dirigir, todos esos movimientos. La tarea principal de la organización consiste en destacar en todas partes lo que hay de común entre el todo y esas diversas luchas para poder de ese modo llegar, en caso de necesidad, a una lucha general por medios políticos.
Durante la generalización y la intensificación de las luchas, será necesario crear órganos únicos de dirección. En el caso de que en ciertos sindicatos el comité de huelga burocrático no cumpla esa tarea, los comunistas deberán lograr con tiempo, ejerciendo la presión necesaria, el remplazo de esos burócratas por comunistas que asegurarán la dirección firme y decidida de la lucha. Cuando se logre combinar varios combates, habrá que constituir una dirección común para el conjunto de la acción, y allí los comunistas deberán hacer todo lo posible para obtener el predominio de esa dirección. Esta unidad de dirección puede ser obtenida fácilmente si la fracción comunista realiza una preparación adecuada en los sindicatos o en las empresas, por medio de los soviets de fábricas, las asambleas plenarias de esos soviets, pero más particularmente mediante las asambleas generales de los huelguistas.
Si el movimiento, a raíz de su generalización y de la entrada en acción de las organizaciones patronales y de las autoridades públicas, adquiere un carácter político, es preciso comenzar inmediatamente la propaganda y la preparación administrativa tendiente a la elección verosímilmente posible y necesaria de soviets obreros. En el curso de ese trabajo, todas las organizaciones del Partido deben destacar con la mayor intensidad la idea de que sólo mediante esos organismos de la clase obrera, surgidos directamente de las luchas proletarias, puede ser lograda la verdadera liberación del proletariado, menospreciando como es debido a la burocracia sindical y a sus ayudantes del Partido socialista.
35. Los partidos comunistas suficientemente fuertes y en particular los grandes partidos de masas deben, por medio de medidas tomadas de antemano, estar siempre listos para las grandes acciones políticas. Durante las acciones demostrativas y los movimientos económicos así como también durante las acciones parciales, es necesario pensar siempre en la utilización más enérgica de las experiencias organizativas proporcionadas por esos movimientos con vistas a un contacto cada vez más firme con las grandes masas. (Las lecciones de todos los nuevos grandes movimientos deben ser discutidas y estudiadas cuidadosamente en conferencias ampliadas de funcionarios, dirigentes y militantes responsables del partido con los delegados de fábricas grandes y medias, a fin de establecer relaciones cada vez más estrechas y seguras por intermedio de esos delegados.) La mejor prueba de que las acciones políticas de masas no serán emprendidas prematuramente y sólo lo serán en la medida permitida por las circunstancias y por la influencia actual del Partido, radica en las relaciones de confianza establecidas entre funcionarios y militantes responsables del partido y los delegados de fábrica.
Sin ese contacto lo más estrecho posible entre el Partido y las masas proletarias que trabajan en las grandes y medianas empresas, el Partido comunista no podrá realizar amplias acciones de masas y movimientos verdaderamente revolucionarios. Si en Italia la sublevación incuestionablemente revolucionaria del año pasado, que halló su mayor expresión en la ocupación de fábricas, fracasó antes de tiempo, se debió por una parte a la traición de la burocracia sindical y a la insuficiencia de la dirección política del Partido, pero también a que entre el Partido y las fábricas no existía una vinculación íntimamente organizada por medio de delegados de fábrica políticamente informados y que se interesaran por la vida del Partido. El movimiento de los mineros ingleses de este año sin lugar a dudas también ha sufrido extraordinariamente de este defecto, que lo ha privado de su validez política.
VI. LA PRENSA DEL PARTIDO
36. La prensa comunista debe ser desarrollada y mejorada por el Partido con infatigable energía.
Ningún diario será reconocido como órgano comunista si no se somete a las directivas del Partido. Ese principio también debe ser aplicado para las producciones literarias tales como libros, folletos, escritos periodísticos, etc., teniendo en cuenta su carácter científico, propagandístico, etc.
Además, el Partido se esforzará por tener buenos periódicos, en lugar de muchos. Todo partido comunista debe antes que nada poseer un órgano central, en lo posible cotidiano.
37. Un periódico comunista nunca debe convertirse en una empresa capitalista como lo son los diarios burgueses y con frecuencia también los diarios llamados “socialistas”.
Nuestro periódico debe ser independiente de las instituciones crediticias capitalistas. Una hábil organización publicitaria basada en anuncios, que puede mejorar considerablemente los medios de existencia de nuestro diario, nunca debe ponerlo bajo la dependencia de alguna de las grandes empresas de publicidad. Antes bien, una actitud inflexible en todos los problemas sociales proletarios procurará a los diarios de nuestros Partidos de masas una fuerza y una consideración absolutas. Nuestros diarios no deben servir para satisfacer el gusto sensacionalista ni la necesidad de diversión de un público variado. No debe transigir con la crítica de los literatos pequeñoburgueses o de los virtuosos del periodismo para crearse una clientela de salón.
38. Un diario comunista debe defender ante todo los intereses de los obreros oprimidos que combaten. Debe ser nuestro mejor propagandista y agitador, el propagandista que dirija la revolución proletaria.
Nuestro diario tiene por tarea reunir las experiencias adquiridas en el curso de la actividad de todos los miembros del Partido y de hacer con ellas una especie de guía política útil para la revisión y el perfeccionamiento de los métodos de acción comunista.
Esas experiencias deben ser intercambiadas en reuniones de redactores de todo el país, reuniones tendientes a crear la mayor unidad de tono y de tendencia en el conjunto de la prensa partidaria. De ese modo, esta prensa, así como cada diario en particular, será el mejor organizador de nuestro trabajo revolucionario.
Sin ese trabajo consciente de organización y de coordinación de los periódicos comunistas y en particular del órgano central, es imposible la aplicación de la centralización democrática y de una prudente división del trabajo en el seno del Partido comunista, y en consecuencia también la realización de su misión histórica.
39. El diario comunista debe tender a convertirse en una empresa comunista, es decir en una organización proletaria de combate, una asociación de obreros revolucionarios, de todos aquellos que escriben regularmente para el diario, que lo componen, lo imprimen, lo administran, lo distribuyen, los que reúnen el material informativo, lo discuten y elaboran en las células, en fin, de todos los que trabajan diariamente para difundirlo, etc....
Para hacer verdaderamente del diario una organización de combate, una poderosa y viva asociación de trabajadores comunistas, es preciso adoptar una serie de medidas.
Todo comunista se vincula estrechamente a su diario trabajando y sacrificándose por él. Es su arma cotidiana que, para ser útil, debe ser fortalecida y afilada diariamente. El diario podrá mantenerse sólo gracias a los mayores sacrificios financieros y materiales. Los miembros del partido deben proporcionar constantemente los medios necesarios para su organización y para su perfeccionamiento hasta que esté bastante extendido en los grandes partidos legales y sea lo suficientemente sólido para constituir por sí mismo un apoyo material para el Partido comunista.
No basta con ser un agitador y un distribuidor celoso del periódico, sino que es necesario también convertirse en un colaborador útil. Debe suministrársele rápidamente información de todo lo que merezca ser destacado, desde el punto de vista social y económico, en la fracción sindical y en la célula, desde un accidente de trabajo hasta una reunión profesional, desde los malos tratos a los jóvenes aprendices hasta las relaciones comerciales de la empresa. Las fracciones sindicales deben informarle sobre todas las reuniones, las decisiones y las medidas más importantes adoptadas en esas reuniones por los secretariados de las Uniones, así como también sobre la actividad de nuestros adversarios. La vida pública de las reuniones y de la calle ofrece frecuentemente a los militantes atentos del partido la ocasión de observar con sentido crítico detalles cuya utilización en los diarios esclarecerá ante los ojos de los más indiferentes nuestra actitud en relación con las exigencias de la vida.
La comisión de redacción debe tratar con el mayor esmero y dedicación esas informaciones sobre la vida de los obreros y de las organizaciones obreras y utilizarlas o bien como breves comunicaciones que impriman a nuestro diario el carácter de una verdadera comunidad de trabajo, viviente y poderosa, o bien para tornar comprensibles, a la luz de esos ejemplos prácticos de la vida cotidiana de los obreros, las enseñanzas del comunismo, lo que constituye la vía más rápida para llegar a hacer real e íntima la idea del comunismo a las grandes masas obreras. En la medida de lo posible, la comisión de redacción debe estar presente en las horas de recepción, es decir en las horas más óptimas del día, a disposición de los obreros que visiten nuestro diario, para recibir sus pedidos y sus quejas relativas a las miserias de su existencia, para anotarlas con cuidado y servirse de ellas para imprimir más vida al diario. Es cierto que en la sociedad capitalista ninguno de nuestros diarios puede convertirse en una verdadera asociación de trabajo comunista. Sin embargo, se puede, aun en las condiciones más difíciles, organizar un diario revolucionario obrero partiendo de ese punto de vista. Esta afirmación quedó demostrada con el ejemplo de la Pravda de nuestros camaradas rusos durante los años 1912-1913. Este diario constituyó en verdad una organización permanentemente activa de los obreros revolucionarios conscientes en los centros más importantes del Imperio ruso. Esos camaradas redactaban, editaban y distribuían a la vez y en forma conjunta el diario. La mayoría de ellos economizaban el dinero necesario para los gastos con su trabajo y con el salario de su trabajo. Por su parte, el diario les dio lo que ellos deseaban, lo que necesitaba en ese momento el movimiento y lo que les sirve aún hoy para el trabajo y la lucha. Un diario así pudo convertirse para los miembros del Partido, al igual que para todos los obreros revolucionarios, en lo que ellos llamaban “nuestro diario”.
40. El elemento esencial de la actividad de la empresa combativa comunista es la participación directa en las campañas llevadas a cabo por el Partido. Si en un cierto momento la actividad del Partido está concentrada en una determinada campaña, el diario del Partido debe poner a su servicio todas sus columnas, todas sus firmas y no solamente los artículos políticos de fondo. La redacción debe extraer de todas partes material para apoyar esa campaña y para llenar con ella todo el diario en la forma más conveniente.
41. La divulgación de nuestro diario debe ser realizada según un sistema establecido.
Ante todo, es preciso utilizar todas aquellas situaciones en las que los obreros son más vivamente arrastrados al movimiento y en las que la vida política y social es más agitada a consecuencia de algún acontecimiento político y económico. Así, después de cada huelga o lock-out, durante los cuales el diario defendió franca y enérgicamente los intereses de los obreros combatientes, debe organizarse inmediatamente después del fin de la huelga, un trabajo de divulgación de hombre a hombre con los obreros que hicieron la huelga. No solamente las fracciones comunistas de los sindicatos y de las profesiones movilizadas por la huelga deben realizar la propaganda del diario en su lugar de trabajo por medio de listas y de formularios de suscripción sino también, en la medida de lo posible, debe conseguirse las listas de los obreros que hicieron huelga así como sus direcciones para que los grupos especiales encargados de los intereses del diario puedan realizar una enérgica agitación casa por casa.
También después de toda campaña política electoral que ha despertado el interés de las masas, debe ser realizada una agitación sistemática casa por casa por los grupos de trabajadores encargados especialmente de esta tarea en los diferentes barrios obreros.
Durante las épocas de crisis política o económicas latentes, cuyos efectos se hacen sentir en las masas obreras bajo la forma de un encarecimiento de la vida, de la desocupación y otras miserias; hay que tratar de obtener, si es posible, luego de una hábil propaganda contra esas miserias, y por intermedio de las fracciones sindicales, listas de obreros organizados en los sindicatos a fin de que el grupo especial encargado de los intereses del diario pueda continuar una sistemática agitación casa por casa. La última semana del mes es la más conveniente para este trabajo permanente de divulgación. Toda organización local que deje pasar esta última semana del mes, aunque sea una vez por año, sin proseguir su propaganda en favor de la prensa provoca un gran retraso en el conjunto del movimiento comunista. El grupo especial encargado de los intereses del diario no debe dejar pasar ninguna reunión pública de obreros, ninguna gran manifestación sin actuar del modo más activo, desde el comienzo, durante los intervalos y hasta el final, para obtener suscripciones para nuestro diario. Las fracciones sindicales deben realizar esta misma tarea en todas las reuniones de sus sindicatos, así como también las células y las fracciones sindicales en las reuniones profesionales.
42. Nuestro diario debe ser constantemente defendido por los miembros del Partido contra sus enemigos.
Todos los afiliados deben llevar a cabo una lucha despiadada contra la prensa capitalista, revelar a todos y fustigar enérgicamente su venalidad, sus mentiras, sus viles reticencias y todas sus intrigas.
La prensa socialdemócrata y socialista independiente debe ser vencida desenmascarando su actitud traidora mediante ejemplos de la vida cotidiana, mediante ataques continuos, pero sin perderse en pequeñas polémicas de fracción. Las fracciones sindicales y otras deben dedicarse, por medio de medidas organizativas, a sustraer de la influencia perturbadora y paralizante de los diarios socialdemócratas a los miembros de los sindicatos y de las otras asociaciones obreras. El trabajo de reclutamiento de abonados para nuestro diario, al igual que la agitación casa por casa o en las empresas, también debe estar hábilmente dirigido contra la prensa de los socialistas traidores.
VII. LA ESTRUCTURA DE CONJUNTO DEL PARTIDO
43. Para la extensión y la consolidación del Partido, no se deberá establecer divisiones de acuerdo con un esquema formal geográfico sino que sobre todo habrá de tenerse en cuenta la estructura real económica y política de las regiones y los medios técnicos de comunicación. La base de ese trabajo debe ser realizada sobre todo en las capitales y en los centros proletarios de la gran industria.
En momentos de la organización de un nuevo Partido, aparecen a menudo desde un comienzo esfuerzos tendientes a ampliar la red de las organizaciones del partido a todo el país. Pese a las fuerzas muy limitadas de que disponen los organizadores, muchas veces, sin embargo, son dispersadas a los cuatro vientos. De ese modo se debilita la fuerza de atracción y el crecimiento del Partido. Es cierto que al cabo de algunos años se llega a tener todo un sistema de secretariados muy vasto, pero con mucha frecuencia el Partido no consigue afianzarse firmemente en ninguna de las ciudades industriales más importantes del país.
44. Para lograr en el Partido la mayor centralización posible, no se debe descomponer su dirección en toda una jerarquía que incluya numerosos grados totalmente subordinados entre sí. Es necesario dedicarse a construir en todo centro económico, político o de comunicaciones una red que se extienda sobre los amplios suburbios de esa ciudad y sobre la región económica o política que depende de ella. El Comité del Partido que desde esta ciudad, como desde la cabeza de un cuerpo, dirige el trabajo del partido en la región y que ejerce su dirección política, debe mantenerse en el contacto más estrecho posible con las masas comunistas del centro de la región.
Los organizadores nombrados por las asambleas de las regiones o por el congreso regional del Partido y confirmados por la dirección central deben participar regularmente en la vida del Partido en la cabecera de la región. El Comité central regional del Partido debe ser reforzado constantemente por trabajadores elegidos entre los miembros de la cabecera de región, de manera que se establezca un contacto vivo y directo entre el comité político del Partido que dirige la región y las masas comunistas de una cabecera de región.
Cuando se ha llegado a un cierto estado organizativo, es necesario que el Comité de la región sea al mismo tiempo lo dirección política de la cabecera de esa región. Así, los comités dirigentes del Partido en las organizaciones regionales, de acuerdo con el Comité Central, desempeñarán el papel de órganos verdaderamente dirigentes en las organizaciones del Partido. La dimensión de una circunscripción política del Partido no debe estar determinada por la extensión material de la región. Lo que se debe considerar ante todo es la posibilidad de los Comités regionales del Partido de dirigir concéntricamente todas las organizaciones locales de la región. Cuando esto no es posible, hay que dividir la región y crear un nuevo Comité regional del Partido.
Naturalmente, en los grandes países, el Partido tiene necesidad de ciertos órganos de vinculación tanto entre la dirección central y las diferentes direcciones regionales (dirección provincial, dirección departamental, etc.) como entre la dirección regional y las diferentes organizaciones locales (dirección de seccional y de cantón). En ciertas circunstancias, hasta puede ser útil dar ti uno u otro de esos organismos intermedios un papel dirigente, por ejemplo en una gran ciudad que cuenta con un número bastante considerable de afiliados. En general, ese tipo de descentralización debe ser evitada.
45. Las grandes unidades del Partido (circunscripciones) están constituidas por las organizaciones locales del Partido: los “grupos locales” del campo y de las pequeñas ciudades y los “distritos” o “secciones” de los diferentes barrios de las grandes ciudades.
Una organización local del Partido que, en condiciones legales, ya no puede celebrar reuniones generales de sus afiliados, debe ser disuelto o dividido.
En las organizaciones locales del Partido, los miembros serán distribuidos, de acuerdo al trabajo cotidiano del Partido, en los diferentes grupos de trabajo. En las organizaciones más grandes, puede ser conveniente reunir a los grupos de trabajo en diferentes grupos colectivos. En un mismo grupo colectivo, por regla general se debe incluir a todos los afiliados que en su lugar de trabajo o en su existencia cotidiana mantienen contacto entre sí. El grupo colectivo tiene por tarea distribuir el trabajo general del Partido entre los diferentes grupos de trabajo, recibir los informes de los responsables, formar candidatos para el Partido en su medio, etc.
46. El Partido en su conjunto se halla bajo la dirección de la Internacional comunista. Las directivas y resoluciones de la dirección internacional en los problemas que interesan a los partidos adheridos son dirigidas: 1) o bien a la dirección central general del Partido, o 2) por intermedio de la dirección central al comité que dirige una determinada acción especial o, finalmente, 3) a todas las organizaciones del Partido.
Las directivas y las decisiones de la Internacional son obligatorias para el Partido y también, evidentemente, para cada uno de sus afiliados.
47. El Comité central del Partido (consejo central o comisión) es responsable ante el congreso del Partido y ante la dirección de la Internacional comunista. El Comité central ordinario así como el Comité completo, o ampliado, el consejo o la comisión son elegidos, en general, por el congreso del Partido. Si el congreso del Partido lo juzga necesario, puede encargar a la dirección central la elección en su seno de una dirección restringida compuesta del Secretariado político y del Secretariado de organización. La política y los asuntos corrientes del Partido son dirigidos, bajo la responsabilidad de la dirección restringida, por esos dos Secretariados. La dirección restringida convoca regularmente a reuniones generales del Comité central para adoptar decisiones de gran importancia y alcance. A fin de tomar conocimiento de la situación política general con la seriedad necesaria, conocer exactamente la capacidad de acción del Partido y tener una imagen suya exacta y clara, es indispensable, en las elecciones para la dirección central del Partido, considerar las proposiciones aportadas por las diferentes regionales del país. Por la misma razón, las opiniones tácticas divergentes de carácter importante no deben ser reprimidas en las elecciones para la dirección central. Por el contrario, es preciso hacer de manera tal que esas opiniones divergentes estén representadas en el Comité central por sus mejores defensores. La dirección restringida debe, sin embargo, ser coherente en cuanto a esas concepciones y, para mantenerse firme y segura, no se apoyará solamente en su propia autoridad sino también en una sólida mayoría, evidente y numerosa, en el conjunto del Comité central.
Gracias a una constitución tan amplia de su dirección central, el gran partido legal pronto tendrá a su Comité central asentado sobre la mejor de las bases: una firme disciplina y la confianza absoluta de los afiliados. Además, será capaz de combatir y curar las enfermedades y las debilidades que puedan aparecer entre los funcionarios. También estará en condiciones de evitar la acumulación de esas especies de infecciones que se producen en el Partido y la necesidad de una operación quizás catastrófica que se plantearía luego en el congreso.
48. Cada Comité del partido debe establecer en su seno una división del trabajo eficaz a fin de poder llevar a cabo positivamente el trabajo político en los diferentes sectores. En este sentido, puede surgir la necesidad de crear direcciones especiales para ciertos sectores (por ejemplo para la propaganda, la distribución de la prensa, la lucha sindical, la agitación en el campo, la agitación entre las mujeres, los enlaces, las comunicaciones, la asistencia revolucionaria, etc.). Las diversas direcciones especiales están sometidas, o bien a la dirección central o al Comité regional del Partido. El control de la actividad así como la buena composición de todos los comités subordinados corresponde al comité regional del Partido y en última instancia a la dirección central. Los miembros afectados al trabajo político del Partido así como los parlamentarios están directamente sometidos al Comité central. Puede ser útil rotar cada tanto las ocupaciones y el trabajo de los camaradas funcionarios del Partido (por ejemplo de los redactores, de los propagandistas, de los organizadores, etc.) sin perturbar demasiado el funcionamiento. Los redactores y propagandistas deben participar durante un período prolongado en la acción olítica regular del Partido, en uno de los grupos especiales de trabajo.
49. La dirección central del Partido así como la de la Internacional comunista tienen el derecho de exigir en todo momento informaciones completas de todas las organizaciones comunistas, de sus comités y de sus diferentes afiliados. Los representantes y los delegados de la dirección central deben ser admitidos en todas las reuniones y sesiones con voto consultivo y con derecho de veto. La dirección central del Partido debe tener a su disposición constantemente a delegados (comisarios) a fin de poder instruir e informar a las diferentes direcciones regionales o departamentales no sólo mediante circulares sobre la política y sobre la organización o por correspondencia, sino también personalmente. Una comisión de revisión, compuesta por camaradas de confianza e instruidos, debe funcionar junto a la dirección central y a cada dirección regional. Esta comisión debe ejercer el control sobre los fondos y la contabilidad y elevar informes regulares al gran comité (consejos o comisiones).
Toda organización o todo órgano del Partido, así como cada uno de sus afiliados, tiene el derecho de comunicar en cualquier momento y directamente a la dirección central del Partido o a la Internacional sus deseos, iniciativas, observaciones o quejas.
50. Las directivas y las decisiones de los órganos dirigentes del Partido son obligatorias para las organizaciones subordinadas y para los diferentes miembros.
La responsabilidad de los organismos dirigentes y su deber de protegerse contra los retrasos y los abusos provenientes de las organizaciones dirigentes sólo pueden ser determinados formalmente y en parte. Cuanto más pequeña es su responsabilidad formal, por ejemplo en los partidos ilegales, en mayor medida deben tratar de conocer la opinión del resto de los afiliados del partido, de conseguir informaciones seguras y periódicas y no tomar decisiones propias sin una previa reflexión, madura y seria.
51. En su acción pública, los miembros del Partido siempre deben actuar como miembros disciplinados de una organización combatiente. Cuando se produzcan divergencias de opinión sobre el modo más correcto de actuar, hay que dirimir esas divergencias en lo posible antes de encarar la acción en el seno de las organizaciones del partido y actuar únicamente después de haber adoptado una decisión. A fin de que toda directiva del partido sea aplicada con energía por todas las organizaciones y por todos los miembros, es necesario llamar, en la medida de lo posible, a las masas del partido a la discusión y a la resolución de los diversos problemas. Las organizaciones y las instancias del partido tienen el deber de decidir en qué forma y en qué medida una determinada cuestión puede ser discutida por los diferentes camaradas ante la opinión pública del partido (en la prensa, en folletos). Pero aún si esta decisión de la organización o de la dirección del - 306 -Partido es errónea según el criterio de algunos miembros, éstos nunca deben olvidar en su acción pública que la peor infracción disciplinaria y la falta más grave que se puede cometer durante la lucha es la de romper la unidad de frente común o debilitarla.
El deber supremo de todo miembro del partido consiste en defender contra todos a la Internacional comunista. El que olvida esto y, por el contrario, ataca públicamente al partido o a la Internacional comunista debe ser tratado como un enemigo del partido.
Las decisiones de la Internacional comunista deben ser aplicadas sin demora por los partidos adherentes aún en el caso de que haya que hacer modificaciones en los estatutos y en las decisiones del partido, de acuerdo con los estatutos.
VIII. EL NEXO ENTRE EL TRABAJO LEGAL Y EL TRABAJO ILEGAL
53. En la vida diaria de un partido comunista pueden producirse, según las diferentes fases de la revolución, variaciones funcionales. Pero, en el fondo, no existe diferencia esencial en la estructura que deben esforzarse por lograr un partido legal y un partido ilegal.
El Partido debe estar organizado de tal modo que pueda adaptarse rápidamente a las modificaciones de las condiciones de la lucha.
El partido comunista debe convertirse en una organización de combate capaz, por una parte, de evitar en campo abierto a un enemigo con fuerzas superiores concentradas en un punto y, por otra parte, de utilizar las dificultades con que tropieza ese enemigo para atacarlo donde menos se lo espera. Constituiría un error muy grande el prepararse exclusivamente para las sublevaciones y los combates callejeros o para los períodos de mayor opresión. Los comunistas deben realizar su trabajo revolucionario preparatorio en todas las situaciones y estar siempre dispuestos a la lucha, pues con frecuencia es casi imposible prever la alternancia de los períodos de flujo y reflujo. No se puede aprovechar esta previsión para reorganizar el Partido porque el cambio habitualmente es demasiado rápido y se produce sorpresivamente.
54. Los Partidos comunistas legales de los países capitalistas en general aún no han tomado suficientemente como tarea esta preparación para los levantamientos revolucionarios, los combates armados y en general la lucha ilegal. Con demasiada frecuencia se construye la organización del Partido con vista a una acción legal prolongada y de acuerdo con las exigencias de las tareas legales cotidianas.
En los Partidos ilegales, por el contrario, a menudo tampoco se comprende lo suficiente que es preciso utilizar las posibilidades de la acción legal y organizar el Partido de tal modo que esté en contacto directo con las masas revolucionarias. Los esfuerzos del partido tienden a convertirse en un trabajo de Sísifo o en una conspiración impotente.
Esos dos errores, tanto el del partido ilegal como el del partido legal, son graves. Un partido comunista legal debe saber prepararse, del modo más enérgico, para las exigencias de una actividad clandestina y en particular estar armado en espera de levantamientos revolucionarios. Y por otra parte, un partido comunista ilegal debe saber utilizar todas las posibilidades del movimiento obrero legal para convertirse, mediante un trabajo político intensivo, en el organizador y el verdadero guía de las grandes masas revolucionarias. La dirección del trabajo legal y del trabajo ilegal debe estar permanentemente unida en manos de la misma dirección central del partido.
55. En los partidos legales, al igual que en los partidos ilegales, el trabajo ilegal es con frecuencia concebido como la formación y el mantenimiento de una organización cerrada, exclusivamente militar y aislada del resto de la política y de la organización del Partido. Esta concepción es totalmente errónea. En el período revolucionario, la formación de nuestra organización de combate debe, por el contrario, ser el resultado del conjunto de la acción comunista del partido. El partido en su conjunto debe convertirse en una organización de combate para la revolución.
Las organizaciones revolucionarias aisladas de carácter militar, surgidas prematuramente antes de la revolución, tienden demasiado fácilmente a la disolución y a la desmoralización porque carecen en el partido de un trabajo inmediatamente útil.
56. Para un partido ilegal, es muy importante evitar permanentemente que sus afiliados y sus organismos sean descubiertos. Por lo tanto, es preciso cuidar que sean entregados por medio de listas, por imprudencias en la distribución de los materiales o el pago de las cotizaciones. Un partido ilegal no debe utilizar en la misma medida que un partido legal las formas abiertas de organización para objetivos conspirativos, aunque sin embargo, debe tratar de poder hacerlo cada vez en mayor medida.
Serán adoptadas todo tipo de medidas para impedir que elementos dudosos y poco seguros entren en el Partido. Los medios a emplear para hacerlo dependen en gran parte del carácter del Partido, legal o ilegal, perseguido o tolerado, en vías de crecimiento o de estancamiento. Un medio que en ciertas circunstancias sirvió con eficacia es el sistema de candidatura. Las personas que desean ser admitidas al Partido lo son ante todo como candidatos, previa presentación de dos miembros del Partido, y según cómo realicen las tareas que les son confiadas, son admitidos o no como miembros del partido.
La burguesía enviará inevitablemente provocadores y agentes a las organizaciones ilegales. Es preciso llevar a cabo contra ellos una lucha constante y minuciosa. Uno de los mejores métodos consiste en combinar hábilmente la acción legal con la ilegal. Un trabajo revolucionario legal de cierta duración es el mejor modo de darse cuenta del grado de confianza que cada uno merece, de su conciencia, de su coraje, de su energía, de su puntualidad. Así se podrá determinar si es posible encargar un trabajo ilegal que corresponda más a su capacidad.
Un partido ilegal debe prepararse cada vez más contra toda sorpresa (por ejemplo, guardando a buen recaudo las direcciones de contactos, destruyendo por regla general las cartas, conservando cuidadosamente los documentos necesarios, instruyendo conspirativamente a los agentes de enlace, etc.).
57. Nuestro trabajo político general debe estar distribuido de tal modo que ya antes del levantamiento revolucionario abierto se desarrollen y se afirmen las raíces de una organización de combate que corresponda a las exigencias de esta fase. Es particularmente importante que en su acción la dirección del Partido comunista tenga en cuenta permanentemente esas exigencias, que trate en la medida de lo posible de planteárselas anticipadamente. No puede, por cierto, tener de ellas una idea exacta y clara, pero esa no es una razón para descuidar el punto de vista esencial de la dirección de la organización comunista.
Si se produce un cambio funcional en el partido comunista en momentos del levantamiento revolucionario declarado, el partido mejor organizado puede enfrentarse con problemas extremadamente difíciles y complejos. Puede suceder que se vea obligado en un intervalo de algunos días a movilizar al partido para una lucha armada, a movilizar no sólo al partido sino también a sus reservas, a organizar a los simpatizantes y toda la retaguardia, es decir a las masas revolucionarias no organizadas. En ese momento, no se tratará de formar un ejército rojo regular. Debemos vencer sin ejército construido de antemano, solamente con las masas colocadas bajo la dirección del partido. Si nuestro partido no está preparado por su dirección organizativa para esta eventualidad, la lucha más heroica será inútil.
58. En algunas situaciones revolucionarias se ha observado varias veces que las direcciones centrales revolucionarias no han actuado a la altura de su misión. En la organización a nivel inferior, el proletariado demostró magníficas cualidades durante la revolución, pero en su Estado Mayor imperaron con frecuencia el desorden, el caos y la impotencia. Algunas veces falta hasta la más elemental división del trabajo, el servicio de información es tan malo que plantea más inconvenientes que utilidad, o el servicio de enlace no es merecedor de ninguna confianza. Cuando se necesita un correo secreto, un transporte, un refugio, una imprenta clandestina, comúnmente sólo se los obtiene a raíz de una fortuita casualidad. Toda provocación por parte del enemigo organizado tiene posibilidad de triunfar.
Y no puede ocurrir de otro modo si el partido revolucionario que detenta la dirección no se organizó previamente. Así por ejemplo, la vigilancia y el descubrimiento de la policía política exigen una experiencia especial, un aparato secreto para el enlace, sólo puede funcionar con prontitud y seguridad luego de un largo entrenamiento, etc. En esos campos de la actividad revolucionaria especial, todo partido comunista legal debe realizar preparativos secretos, por mínimos que sean.
También en este sentido puede ser desarrollado en gran medida el aparato necesario por medio de una acción totalmente legal, si se toman los debidos recaudos durante su funcionamiento para que inmediatamente pueda ser transformado en aparato ilegal. Así, por ejemplo, la organización encargada de la distribución, exactamente regulada, de panfletos legales, de publicaciones y de cartas puede ser transformada en aparato secreto de enlace (servicio de correos, puestos secretos, alojamientos secretos, transportes conspirativos, etc.).
59. El organizador comunista debe considerar anticipadamente a todo miembro del Partido y a todo militante revolucionario en su futuro papel histórico de soldado de nuestra organización de combate, durante la época de la revolución. Así puede destinarlo de antemano, en la célula a que pertenece, al trabajo que mejor corresponda con su puesto y su servicio futuros. Su acción actual debe, sin embargo, constituir un servicio útil en sí y necesario para la lucha actual, y no solamente un ejercicio que el obrero práctico no comprendería inmediatamente, pues esta actividad es también en parte un ejercicio tendiente a cubrir las exigencias más esenciales de la futura lucha final.
* Tesis aprobada en el TERCER CONGRESO de la INTERNACIONAL COMUNISTA, celebrado en junio de 1921