La tensión regresa al ala oeste de la Casa Blanca. No es ficción. El presidente Obama se incorpora al trabajo y ya ha convocado el martes a los secretarios de Justicia, Seguridad Nacional y Defensa, y al resto de los responsables de las 16 agencias de seguridad, entre ellos, al embajador contra el terrorismo, Daniel Benjamin, autor de «La globalización de la yihad» y subordinado de Hillary Clinton. Abordarán el escenario prebélico desplegado en Yemen. Los analistas americanos ya califican al país de «tercer frente contra el terrorismo», tras Afganistán y Pakistán.
Janet Napolitano, la secretaria de Seguridad Nacional, deberá explicar a Obama por qué se produjo el fallo que permitió al nigeriano Umar Faruk Abdulmutallab subir cargado de explosivos a un avión que hacía la ruta Ámsterdam-Detroit el día de Navidad para cometer un atentado. Tal vez el presidente debería preguntarse por qué esta misma semana, cuando los controles en los aeropuertos se habían extremado al máximo, algunos pasajeros tomaron vuelos con mecheros cargados de gas, que pasaron perfectamente el escáner y la mirada escrutadora de los policías.