La tensión regresa al ala oeste de la Casa Blanca. No es ficción. El presidente Obama se incorpora al trabajo y ya ha convocado el martes a los secretarios de Justicia, Seguridad Nacional y Defensa, y al resto de los responsables de las 16 agencias de seguridad, entre ellos, al embajador contra el terrorismo, Daniel Benjamin, autor de «La globalización de la yihad» y subordinado de Hillary Clinton. Abordarán el escenario prebélico desplegado en Yemen. Los analistas americanos ya califican al país de «tercer frente contra el terrorismo», tras Afganistán y Pakistán.
Janet Napolitano, la secretaria de Seguridad Nacional, deberá explicar a Obama por qué se produjo el fallo que permitió al nigeriano Umar Faruk Abdulmutallab subir cargado de explosivos a un avión que hacía la ruta Ámsterdam-Detroit el día de Navidad para cometer un atentado. Tal vez el presidente debería preguntarse por qué esta misma semana, cuando los controles en los aeropuertos se habían extremado al máximo, algunos pasajeros tomaron vuelos con mecheros cargados de gas, que pasaron perfectamente el escáner y la mirada escrutadora de los policías.
El pasado 24 se le dio por muerto en un bombardeo de la aviación yemení contra milicianos de Al Qaeda. Ahora se le ha vuelto a «resucitar». Muerto o vivo, los informes del Pentágono avalan el contacto entre Awlaki y Abdulmutallab. Yemen el país más pobre de Oriente Medio, tierra natal del padre de Bin Laden, es un nido de guerras internas, corrupción y radicalismo islámico. La anarquía reina en un Estado, paradójicamente, aliado de Estados Unidos, donde los piratas somalíes esconden sus barcos. El Pentágono sigue de cerca los pasos de las facciones enfrentadas en el Norte y el Sur. Se cree que Al Qaeda ha montado una base central de operaciones, lejos del control militar de Pakistán y Afganistán. En septiembre Obama envió una carta al presidente Saleh, prometiendo ayuda para combatir el terrorismo. El senador Joseph Lieberman, presidente de la Comisión de Seguridad Interna, reconoció esta semana que Estados Unidos desarrolla operaciones especiales de inteligencia militar en Yemen desde hace meses. El país, fronterizo de Arabia Saudí y Afganistán, gasta un tercio de su presupuesto en armamento.

