I
Un 15 de enero de 1919, el proletariado peruano tras larga y cruenta lucha (iniciada el 23 de diciembre de 1918 por los obreros en huelga de la fábrica de tejidos “El Inca”, sumándose la “Unión Textil” de Vitarte, días después la Federación de Obreros Panaderos “Estrella del Perú”, desencadenó una movilización generalizada, produciendo la paralización de las actividades y enfrentamientos entre huelguistas y las fuerzas de represión) logró conquistar la reducción de la jornada de trabajo a ocho horas *. Tal hazaña no fue fácil, ni mucho menos de un día para otro, en su haber –nuestro proletariado–, tenía ya toda una basta tradición de heroicidad y lucha.
Entre las más significativos están: La de 1896, donde trabajadores Textiles de Vitarte realizaron una huelga exigiendo la reducción de la jornada de trabajadores, aumento de salario y mejoras en la alimentación. En 1904, los obreros del muelle Dársena se lanzan a la lucha pidiendo horas extras, aumento salarial y el reclamo de la jornada de ocho horas de trabajo, muriendo en lucha “Florencio Aliaga” (un jueves 19 de mayo), considerado el primer mártir obrero de las luchas sociales en el Perú. En 1905 (1 de mayo), la Federación de Obreros Panaderos “Estrella del Perú” realizó un acto solemne por la Jornada Internacional de los Trabajadores (la gesta heroica de los Mártires de Chicago), acordándose en ella iniciar la lucha en común y conjunta para conseguir la jornada laboral de ocho horas; ese mismo año se produce la huelga de los trabajadores portuarios de Mollendo (Arequipa), pidiendo aumentos del salario y disminución de horas de trabajo, prolongándose por más de un mes. En 1911, entran en huelga los trabajadores textiles de Vitarte, exigiendo aumento salarial, reducción de horas de trabajo y libre expendio de mercancías, durando varias semanas. En 1912 se produce la huelga campesina en el Valle de Chicama, en las Haciendas Roma, Casa Grande, Sauzal, Cartavio y Chiquitoy, exigiendo aumento de salarios y supresión de enganches, produciéndose una represión brutal y masacre de campesino por las fuerzas represivas –ejercito–. En 1913, se lanza a la huelga los operarios metalúrgicos de la factoría Guadalupe, El Vulcano, White y el Águila; así mismo la más importante y significativa fue la realizada por los trabajadores portuarios del Callao donde se consiguen las primeras victorias por la jornada de ocho horas. Primero para los jornaleros de Muelles y Dársena (10 de enero), luego para los operarios del Molino Milne y Cia, los operarios de la fábrica de gas, los operarios del Dique Flotante, los operarios de Aduana, la imprenta del Callao y la Casa Wagner. Representando una conquista importante cristalizada por el proletario organizado, motivando a seguir luchando por mejores condiciones de vida y la transformación de la sociedad, ya que la emancipación del trabajador a de ser obra de ellos mismos.
Así también, en 1915, se produce la huelga de los obreros textiles de Vitarte, terminando en sangrientos sucesos. En 1916, se produce la huelga obrero-campesino de Huacho, Barranca, Sayán y Pativilca, dejando muchos muertos y heridos; huelga de los trabajadores de Talara y Negritos, que fue brutalmente reprimida. En 1917, la huelga de los conductores y motoristas, textiles y campesinado del Valle de Huacho, de las minas de Smelter y Cerro de Pasco; de las haciendas Casa Grande, Chilín y Cartavio; entre otras memorables y heroicas luchas de nuestro proletariado, como parte de la lucha por su emancipación (del término de la explotación y opresión en la cual se encuentra).
Entre las más significativos están: La de 1896, donde trabajadores Textiles de Vitarte realizaron una huelga exigiendo la reducción de la jornada de trabajadores, aumento de salario y mejoras en la alimentación. En 1904, los obreros del muelle Dársena se lanzan a la lucha pidiendo horas extras, aumento salarial y el reclamo de la jornada de ocho horas de trabajo, muriendo en lucha “Florencio Aliaga” (un jueves 19 de mayo), considerado el primer mártir obrero de las luchas sociales en el Perú. En 1905 (1 de mayo), la Federación de Obreros Panaderos “Estrella del Perú” realizó un acto solemne por la Jornada Internacional de los Trabajadores (la gesta heroica de los Mártires de Chicago), acordándose en ella iniciar la lucha en común y conjunta para conseguir la jornada laboral de ocho horas; ese mismo año se produce la huelga de los trabajadores portuarios de Mollendo (Arequipa), pidiendo aumentos del salario y disminución de horas de trabajo, prolongándose por más de un mes. En 1911, entran en huelga los trabajadores textiles de Vitarte, exigiendo aumento salarial, reducción de horas de trabajo y libre expendio de mercancías, durando varias semanas. En 1912 se produce la huelga campesina en el Valle de Chicama, en las Haciendas Roma, Casa Grande, Sauzal, Cartavio y Chiquitoy, exigiendo aumento de salarios y supresión de enganches, produciéndose una represión brutal y masacre de campesino por las fuerzas represivas –ejercito–. En 1913, se lanza a la huelga los operarios metalúrgicos de la factoría Guadalupe, El Vulcano, White y el Águila; así mismo la más importante y significativa fue la realizada por los trabajadores portuarios del Callao donde se consiguen las primeras victorias por la jornada de ocho horas. Primero para los jornaleros de Muelles y Dársena (10 de enero), luego para los operarios del Molino Milne y Cia, los operarios de la fábrica de gas, los operarios del Dique Flotante, los operarios de Aduana, la imprenta del Callao y la Casa Wagner. Representando una conquista importante cristalizada por el proletario organizado, motivando a seguir luchando por mejores condiciones de vida y la transformación de la sociedad, ya que la emancipación del trabajador a de ser obra de ellos mismos.
Así también, en 1915, se produce la huelga de los obreros textiles de Vitarte, terminando en sangrientos sucesos. En 1916, se produce la huelga obrero-campesino de Huacho, Barranca, Sayán y Pativilca, dejando muchos muertos y heridos; huelga de los trabajadores de Talara y Negritos, que fue brutalmente reprimida. En 1917, la huelga de los conductores y motoristas, textiles y campesinado del Valle de Huacho, de las minas de Smelter y Cerro de Pasco; de las haciendas Casa Grande, Chilín y Cartavio; entre otras memorables y heroicas luchas de nuestro proletariado, como parte de la lucha por su emancipación (del término de la explotación y opresión en la cual se encuentra).
II
Si bien en 1919 se conquistó la jornada laboral de ocho horas, no se cumplió a cabalidad, en algunos lugares tuvieron que pasar años para su consecución, y no de forma pacífica sino a través de cruentas y sangrientas luchas, en muchos lugares no se llegó a respetar ni muchos menos a establecerse.
En la actualidad se puede apreciar que la situación del trabajador se vuelve cada vez más precaria y las condiciones en la cual se desenvuelve empeora cada día más y más. Los explotadores (clase dominante) se sirven de nuevas formas y mecanismos para perpetuar la explotación y eliminar paulatinamente los derechos conquistados (el de sindicalizarse, a las ocho horas, mejoras salariales, puesto fijo, vacaciones…) a través de la historia. Así tenemos, la tercerización del trabajo, la intermediación laboral (Services), los contratos de servicios no personales (SNP), entre otras formas, avaladas por el aparato estatal (y gobernantes de turno) que no cede a ninguna reivindicación sino después de una larga y dura lucha.
En tal sentido, la situación del trabajador vuelve a ser similar como a inicios del siglo pasado (siglo XIX), pero en condiciones y situaciones diferentes. Las jornadas de trabajo sobrepasan las ocho horas (llegando en algunos casos a 12, 14 y 16 horas diarias), los salarios están por debajo del mínimo legal que con las justas alcanzan para satisfacer necesidades primarias (en algunos casos no se llega a lograr), contratos temporales para ser despedidos con facilidad, desmovilización e incertidumbre del proletario por temor a perder su puesto de trabajo, recorte y supresión de derechos conquistados, […].
III
Es así, que a 90 años de la conquista de las ocho horas, nos queda hacer un balance, crítica y reflexión de lo que ha sido de ella hasta la actualidad: si tal importante conquista se sigue respetando, si las condiciones de vida (y desarrollo) del trabajador han mejorado (tanto físicas como intelectualmente), si ha habido avances o retrocesos en el movimiento obrero, tanto a nivel orgánico, político e ideológico […]. Que en sí, es un trabajo muy duro y arduo, que no recae en una persona, grupo u organización, sino, en toda la diversidad de personas, agrupaciones, movimientos…, que aún continúan y continuarán luchando. De ella se tienen que sacar lecciones valiosas para luchar con más eficacia y hacer frente a los explotadores, para fortalecer (y lograr) la unidad de clase en contra del enemigo común.
Para ello es necesario organizarse, propagandizar y agitar en los diversos espacios de lucha, conseguir nuevas conquistas (así mismo reconquistar las conquistas perdidas), para encaminarnos al cambio y transformación de la sociedad (emancipación del proletariado) por medio de la revolución social.
* El proletariado peruano trabajaba entre 14 a 16 horas diarias, recibiendo por ello un mísero jornal bastante deficiente para su subsistencia.