José Oscátegui A.
Profesor del Dpto. de Economía, PUCP
Las comillas están porque siempre es bueno recordar que los acuerdos recientes con ese nombre no tienen nada de libre comercio. Son, en cambio, acuerdos de comercio preferencial entre países o economías muy grandes con países muy pequeños. Las negociaciones que conducen a tales acuerdos tampoco son de igualdad, pues los únicos que tienen “líneas rojas” son los países grandes, en este caso, China; anteriormente, EEUU.
El acuerdo firmado con China (a semejanza del firmado con EEUU) es, en realidad, casi aplicable solo al Perú. El acuerdo no es solamente comercial, sino incluye el trato a la inversión, a los servicios, a la propiedad intelectual, etc. válido para ambos países, lo que da la imagen de equidad. Sin embargo, mientras China tiene cerca de US$ 1,000 millones invertidos en Perú (con tendencia a crecer), la inversión peruana en China debe ser prácticamente cero. El Perú es demandador de servicios (aparte de turismo, ni siquiera ofrecemos transporte marítimo de carga), mientras que China es un productor y vendedor de ellos. China es, crecientemente, un productor de ideas convertidas en patentes, mientras que nosotros somos compradores de patentes. Por esto, el acuerdo es casi aplicable solo a nuestro país.
Un documento mínimo en todo sentido, del Viceministerio de Comercio, que sustenta las consideraciones para negociar el acuerdo con China, junto con otro que solo está en inglés, Peru-China Free Trade Agreement –Joint Feasibility Study, nos dan alguna información sobre el comercio de bienes. Los principales productos que Perú importa de China, el 74% en el 2005, fueron de los sectores metalmecánico, químico y textil, que son, precisamente, la parte industrial de nuestra atrasada economía. Las principales exportaciones peruanas a China son minerales en bruto (70.5%) y harina de pescado y otros productos pesqueros (20%). Es decir, más del 90% de nuestras exportaciones es de productos con ningún o con poco nivel de elaboración.
“Los principales productos que China exporta al Perú son productos mecánicos y electrónicos, productos de alta y nueva tecnología, productos textiles y confecciones, etc., mientras que los productos que importa China son, principalmente, harina de pescado y minerales” (1).
¿Para qué se negocia un acuerdo comercial?
Los acuerdos comerciales deben ser parte de una política de desarrollo, es decir, qué sectores resultan favorecidos y cuáles son perjudicados debe ser consistente con esa política. El actual gobierno no tiene una política de desarrollo, por lo tanto, no le importa qué sectores se desarrollan y cuáles desaparecen, su idea es que la sapiencia del mercado decida qué sectores prosperan y cuáles desaparecen. El “TLC” con China, debido a que ese país también compite, ventajosamente, con nuestra producción industrial contribuirá a nuestra desindustrialización absoluta y relativa.
Un estudio reciente de la CEPAL, La transformación productiva 20 años después, encuentra que América Latina y el Caribe tienen una baja acumulación de capital físico así como una muy baja productividad de los factores, lo que se ha agudizado después de los años ochenta. El sector manufacturero se ha reducido prematuramente antes de alcanzar su desarrollo, creciendo los servicios que tienen una baja productividad.
“La desindustrialización de la región se habría producido cuando el sector manufacturero no había agotado aún su potencial de aumento de la productividad sobre la base de economías de escala y ventajas dinámicas. En ese sentido, la menor participación relativa de la industria y, en ciertos casos, también su reducción absoluta ocasionaron una pérdida de crecimiento potencial” (La transformación productiva 20 años después, CEPAL 2007).
El reciente acuerdo comercial con China agravará este problema en nuestro país.
El acuerdo firmado con China (a semejanza del firmado con EEUU) es, en realidad, casi aplicable solo al Perú. El acuerdo no es solamente comercial, sino incluye el trato a la inversión, a los servicios, a la propiedad intelectual, etc. válido para ambos países, lo que da la imagen de equidad. Sin embargo, mientras China tiene cerca de US$ 1,000 millones invertidos en Perú (con tendencia a crecer), la inversión peruana en China debe ser prácticamente cero. El Perú es demandador de servicios (aparte de turismo, ni siquiera ofrecemos transporte marítimo de carga), mientras que China es un productor y vendedor de ellos. China es, crecientemente, un productor de ideas convertidas en patentes, mientras que nosotros somos compradores de patentes. Por esto, el acuerdo es casi aplicable solo a nuestro país.
Un documento mínimo en todo sentido, del Viceministerio de Comercio, que sustenta las consideraciones para negociar el acuerdo con China, junto con otro que solo está en inglés, Peru-China Free Trade Agreement –Joint Feasibility Study, nos dan alguna información sobre el comercio de bienes. Los principales productos que Perú importa de China, el 74% en el 2005, fueron de los sectores metalmecánico, químico y textil, que son, precisamente, la parte industrial de nuestra atrasada economía. Las principales exportaciones peruanas a China son minerales en bruto (70.5%) y harina de pescado y otros productos pesqueros (20%). Es decir, más del 90% de nuestras exportaciones es de productos con ningún o con poco nivel de elaboración.
“Los principales productos que China exporta al Perú son productos mecánicos y electrónicos, productos de alta y nueva tecnología, productos textiles y confecciones, etc., mientras que los productos que importa China son, principalmente, harina de pescado y minerales” (1).
¿Para qué se negocia un acuerdo comercial?
Los acuerdos comerciales deben ser parte de una política de desarrollo, es decir, qué sectores resultan favorecidos y cuáles son perjudicados debe ser consistente con esa política. El actual gobierno no tiene una política de desarrollo, por lo tanto, no le importa qué sectores se desarrollan y cuáles desaparecen, su idea es que la sapiencia del mercado decida qué sectores prosperan y cuáles desaparecen. El “TLC” con China, debido a que ese país también compite, ventajosamente, con nuestra producción industrial contribuirá a nuestra desindustrialización absoluta y relativa.
Un estudio reciente de la CEPAL, La transformación productiva 20 años después, encuentra que América Latina y el Caribe tienen una baja acumulación de capital físico así como una muy baja productividad de los factores, lo que se ha agudizado después de los años ochenta. El sector manufacturero se ha reducido prematuramente antes de alcanzar su desarrollo, creciendo los servicios que tienen una baja productividad.
“La desindustrialización de la región se habría producido cuando el sector manufacturero no había agotado aún su potencial de aumento de la productividad sobre la base de economías de escala y ventajas dinámicas. En ese sentido, la menor participación relativa de la industria y, en ciertos casos, también su reducción absoluta ocasionaron una pérdida de crecimiento potencial” (La transformación productiva 20 años después, CEPAL 2007).
El reciente acuerdo comercial con China agravará este problema en nuestro país.
LA REPÚBLICA, jueves 7 de mayo de 2009
(1) China Free Trade Agreement–Joint Feasibility Study.
No hay comentarios:
Publicar un comentario