Socialización de la economía y la nueva burguesía
Caracas, 04 jul, 2010, Fernando Arribas García*. Especial para Tribuna Popular.- Todas las definiciones serias del socialismo, independientemente de las diferencias que pueda haber entre ellas en cuanto a las características y modos de organización y funcionamiento de la nueva sociedad, coinciden en que el rasgo principal de su proceso de construcción es la socialización creciente de los medios fundamentales de producción de bienes y servicios.
Hay acuerdo en que se requiere la eliminación progresiva de la propiedad privada de tales medios, a fin de liberar al trabajador de las condiciones objetivas de las que se derivan la explotación y la alienación, y liberar al mismo tiempo las fuerzas productivas de la sociedad de las ataduras a que las somete el orden capitalista y que les impiden una máxima expansión.
La experiencia histórica ha demostrado que el problema de la construcción del socialismo es más complejo que la simple eliminación de la propiedad privada de la base económica de la sociedad.
Se ha hecho evidente que la socialización de la economía, por sí sola, no garantiza la construcción y desarrollo sostenible del socialismo. Pero no hay dudas en cuanto a que dicha socialización es el requisito objetivo ineludible del proceso de construcción socialista.
Y es también indudable que la perduración del régimen de propiedad privada de los medios fundamentales de producción garantiza la perduración de la explotación y, por lo tanto, del capitalismo.
En consecuencia, esta sigue siendo la primera materia a considerar en cualquier definición de socialismo, y la primera tarea a resolver en el proceso de construcción de esa nueva sociedad.
En virtud de lo anterior, una sociedad estará más cerca de sentar las premisas materiales para la construcción del socialismo en la misma medida en que avance el proceso de socialización de sus medios fundamentales de producción de bienes y servicios.
Podemos medir objetivamente el avance o atraso relativo de una sociedad dada en este sentido, observando los niveles de socialización y/o privatización de su economía.
Para ello, hay que observar la evolución de la composición del Producto Interno Bruto (PIB) de la sociedad en cuestión, y determinar trimestre tras trimestre y año tras año qué porcentaje del PIB total del país es producido por el sector privado y qué porcentaje por el sector público.
Esto nos permitirá establecer el peso específico de cada sector en el total de la economía nacional en cada momento particular, y además determinar la tendencia histórica del país.
En una sociedad que esté efectivamente viviendo un proceso revolucionario de transformación de su economía, esto es, que esté sufriendo una transformación más o menos rápida y profunda de su estructura económica, tales porcentajes y tal tendencia histórica mostrarán cambios abruptos y significativos.
Así ocurrió, por ejemplo, en China: para 1952, el sector estatal aportaba sólo el 19,1% del PIB y el sector privado aportaba el 78,7%; pero para 1957, el sector estatal ya aportaba el 33,2% del PIB, los sectores cooperativo y comunal aportaban el 64,0%, y el sector privado apenas el 2,8%.
Otros ejemplos: en Yugoslavia, con un modelo de construcción del socialismo muy distinto del chino, el peso específico del sector privado cayó desde un 58,2% en 1947, a 28,3% en 1956, y a sólo 20,4% en 1964.
Y algo parecido ocurrió también en el caso de Chile, pese a las enormes diferencias históricas, culturales y políticas que existen entre el país sudamericano y los anteriores ejemplos: el peso del sector privado en el PIB no agrícola chileno cayó de más de 85% en 1970 a 61,0% tras apenas tres años de gobierno de Allende y la Unidad Popular.
Queda claro que, independientemente del modelo de socialismo que se busque construir, y de las diferentes vías que se transiten en ese proceso, en todos los casos se da una disminución más o menos rápida y sostenida de la contribución privada al total de la producción nacional, y un crecimiento igualmente rápido y sostenido del aporte de las formas económicas socializadas.
El caso venezolano
Veamos qué ha ocurrido en Venezuela en los últimos 16 años. El gráfico anexo muestra la evolución de la participación porcentual del sector privado en la composición del PIB nacional, trimestre por trimestre desde 1994, esto es, desde el quinquenio final de la llamada «IV República».
Los cálculos han sido hechos sobre cifras tomadas del Banco Central de Venezuela (www.bcv.org.ve).
Este gráfico indica que, a diferencia de los países en que han ocurrido efectivamente transformaciones revolucionarias de la economía con miras al socialismo, en Venezuela no se ha producido hasta ahora una reducción significativa y sostenida del sector privado.
De hecho, el peso específico de este sector no sólo no ha decrecido desde el inicio del gobierno del Presidente Chávez (primer trimestre de 1999, cuando alcanzaba 65,0% del PIB total), sino que ha tendido a crecer y ha alcanzado sus máximos históricos tras ocho años de proceso bolivariano (72,4% en el segundo trimestre de 2007), en momentos en que el país vivía una relativa bonanza.
Es cierto que a partir de 2008 ha habido una disminución de ese valor, por un lado como resultado de la adquisición por el Estado de la mayoría accionaria en algunas empresas que hasta entonces pertenecían al sector privado (CANTV, Electricidad de Caracas, BANVENEZ, SIDOR, CEMEX, algunas contratistas y operadoras petroleras, etc.), y por otro lado como consecuencia de la caída de la actividad privada derivada de la crisis económica global.
Pero esto no ha evitado que, en el primer trimestre de 2010, el peso específico del sector privado (65,9%) siga siendo algo mayor que al inicio del proceso bolivariano e incluso mayor que el mínimo histórico alcanzado en los años finales de la «IV República» (59,7% en el segundo trimestre de 1996). Y esto tampoco ha alterado de manera significativa la tendencia general hacia la consolidación del dominio privado sobre unos dos tercios del total de la economía nacional.
En términos generales, la economía venezolana hoy sigue siendo predominantemente privada, e incluso más privada que antes del inicio del gobierno bolivariano.
Esta tendencia hacia la consolidación cuantitativa del sector privado podría ser la expresión objetiva de la aparición y fortalecimiento de una «nueva burguesía» surgida a la sombra del gobierno bolivariano, y que ha venido ocupando algunos espacios económicos que la «vieja burguesía» tuvo que abandonar total o parcialmente como resultado de la acción del gobierno desde 1999.
La suma total de los retrocesos sufridos por la fracción históricamente consolidada de la clase burguesa, más los avances obtenidos por la fracción emergente de la misma clase, deja al sector público en su conjunto aproximadamente en un punto similar al que se encontraba hace 11 años, y más atrasada que hace 14. En otras palabras, ha habido una redistribución de espacios y pesos entre dos fracciones distintas de la misma clase burguesa.
Esta transferencia parcial del peso específico que tenía el empresariado privado que dominaba la «IV República», no al pueblo organizado ni al Estado, sino al nuevo empresariado privado que crecientemente va dominando la «V República», parece estar en consonancia con la composición de clases del campo bolivariano y la correlación de fuerzas existente en su seno.
Al fin y al cabo, el actual proceso político venezolano, impulsado por una amplia alianza de clases y fuerzas que incluye a los sectores emergentes y no monopólicos de la burguesía, tiene un carácter antiimperialista, antimonopolista y de liberación nacional, pero no es necesariamente proclive a la perspectiva genuinamente socialista.
*Director del Instituto de Estudios Políticos y Sociales «Bolívar-Marx»
Fuente: Tribuna Popular Nº 178