Manuel Navarro Escobedo
Prensa Latina
El general Mark Clark reconoce en sus memorias que ganó la poca envidiable distinción de ser el primer comandante en la historia de Estados Unidos en firmar un armisticio sin victoria.
Clark, quién era el comandante en jefe de las tropas estadounidenses y de otros 16 países, denominadas fuerzas de la ONU, fue obligado por el empuje del pueblo coreano a sentarse en la mesa de negociaciones y suscribir el cese de las hostilidades. Ese suceso histórico tuvo como escenario la villa de Panmunjon, Línea de Demarcación Militar que separa artificialmente el norte y sur de la península en el Paralelo 38, a las 10:00 hora local (22:00 utc) del 27 de julio de 1953.
Pero para lograr esa llamada segunda liberación -la primera aconteció contra los colonialistas japoneses- los coreanos soportaron durante tres años los embates de la poderosa maquinaria bélica de Estados Unidos, única ilesa en la segunda conflagración mundial finalizada en 1945. La agresión desatada en la madrugada del 25 de junio de 1950 tuvo como objetivos principales frenar y derrotar el crecimiento y desarrollo de las fuerzas del socialismo en Asia en general, y en Corea en particular.
En este contexto, la República Popular China, proclamada unos meses antes (1 de octubre de 1949) tras la derrota y huída del régimen de Chang Kai Shek, intervino en ayuda de Corea con el envío de un millón de voluntarios a combatir contra las fuerzas de la ONU, cuya aviación bombardeó ciudades fronterizas chinas. En el transcurso de la contienda Estados Unidos lanzó más de 448 mil toneladas de bombas, equivalente a 18 tonaladas por kilómetro cuadrado, y 36 millones de litros de napalm que incendiaron ocho mil 700 fábricas y empresas, 600 mil viviendas, cinco mil escuelas, mil hospitales y clínicas, y 260 teatros y cines, entre otros. Testigos extranjeros de organizaciones solidarias que se encontraban en esos momentos en Corea narraron posteriormente a la prensa internacional que la aviación estadounidense se ensañó contra los niños, mujeres y ancianos (los hombres iban al frente) en las aldeas y comunas rurales, e inclusive empleó armas químicas y bacteorológicas contra la población.
La magnitud de la destrucción era de tal naturaleza que el Pentágono vaticinó que ni en 100 años se recuperaría Corea.
El joven Estado instalado en el Norte, el 9 de septiembre de 1948, por el entonces primer ministro Kim Il Sung, movilizó todos sus recursos materiales y humanos y derrotó a más de dos millones de efectivos enemigos lanzados por el comando de la ONU.
Golpe tras golpe, los coreanos inflingieron a los agresores un millón 567 mil bajas, entre ellos varios generales norteamericanos, destruyeron más de 12 mil 200 aviones de combate, mil 250 tanques y carros blindados, 550 buques de diverso tipo y otros materiales bélicos, muestran estadísticas. Ese descalabro forzó a Washington a sentarse a la mesa de negociaciones y suscribir el Acuerdo de Panmunjon. La Línea de Demarcación Militar quedó fijada a lo largo de los 240 kilómetros del Paralelo 38, lugar donde se inició la guerra.
El artículo cuatro del armisticio aclara que la discusión sobre el retiro de las tropas extranjeras y la adopción de medidas para la reunificación de la nación se efectuaría tres meses después del cese del fuego, o sea, el 27 de octubre de 1953. Sin embargo, en las conversaciones políticas de Panmunjon y en la Conferencia Internacional sobre Corea de Ginebra de 1954, Estados Unidos y la administración de Seúl rechazaron las propuestas para lograr la autodeterminación del pueblo coreano.
Con este objetivo, Washington impuso el Tratado Económico y Técnico surcoreano-norteamericano, que agregado al Pacto de Defensa Mutua de agosto de 1953 posibilitó una prórroga indefinida de su ocupación y control político, económico y militar del Sur de la Península.
Desde entonces mantiene unos 40 mil soldados acantonados en centenares de bases, equipados con los mas modernos medios técnicos de combate que incluyen cohetes nucleares de largo, mediano y corto alcances. En tanto, de la ruinas de la guerra emergieron en pocos años en el Norte modernas ciudades, fábricas, comunas y cooperativas agrícolas y se desarrolló el movimiento Chenlima, encaminado a un avance acelerado de los potenciales nacionales.
Corea Democrática presenta actualmente una economía consolidada y moderna a partir de sus propias materias primas y un notable desarrollo de la energía eléctrica sobre la base de sus cuantiosos recursos hidráulicos. El aniversario del triunfo es denominado por los coreanos la segunda liberacion debido a que el pueblo defendió con honor la dignidad y soberanía del Estado y logró una victoria histórica.
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