sábado, 22 de diciembre de 2007

El Cóndor y la CIA matan

Pedro de la Hoz y Omar Vázquez


El vuelo del Cóndor mata. Las alas del ave sangrienta baten desde Washington, el cuartel de la CIA en Langley, el nido de la mafia anticubana en el sur de la Florida y las sombras de las dictaduras fascistas sudamericanas.



Así quedó evidenciado por el testimonio del paraguayo Martín Almada, personalidad clave en la revelación de los Archivos del Horror, cerca de Asunción, las exhaustivas investigaciones de la chilena Carmen Hertz y el uruguayo Samuel Blixen, las vivencias del chileno Ernesto Carmona y la vívida exposición de Hebe de Bonafini, una argentina solidaria que ha convertido su dolor de madre en fuerza colectiva.

El vuelo criminal de la Operación Cóndor, aunque despegó mucho antes, nació oficialmente en Chile, estimulado y alentado por Estados Unidos.

Contó en un principio con tres fases: la detección e intercambio de información sobre ciudadanos considerados subversivos (léase luchadores por un nuevo orden social, activistas sindicales, religiosos defensores de una ética humanista, intelectuales progresistas, militantes de izquierda, críticos del sistema y sus familiares y amigos); la cooperación entre las fuerzas armadas y los cuerpos represivos para perseguirlos, secuestrarlos, asesinarlos y desaparecerlos; y la expansión de esa transnacional criminal hacia Europa y los propios Estados Unidos.

Luego vendría una cuarta fase: la centroamericanización de la operación para desmantelar los movimientos de liberación y las luchas populares en esa región del continente.

Todo eso acompañado por acciones de desinformación sistemática, ocultamiento de evidencias y destrucción de pruebas.

El propio jefe de la Dirección Nacional de Inteligencia (DINA), de Chile, Manuel Contreras, ha confesado cómo apenas unos meses después de la asonada visitó el cuartel general de la CIA en Langley. Su subdirector, Vernon Walters, le sugirió el modelo de la DISIP venezolana para la DINA, donde la cúpula estaba integrada por contrarrevolucionarios cubanos, entre ellos el Comisario Basilio, alias de Luis Posada Carriles.

Gozosos por contar con un aliado, que convirtió a Chile en un santuario para todo tipo de agentes del terror, la mafia miamense comenzó a prestarle servicios. Personeros de tal camada se involucraron en el asesinato en Estados Unidos del ex ministro del gabinete de Allende. Orlando Letelier y de su secretaria norteamericana, y en el atentado en Italia que dejó lesiones irrecuperables al dirigente democristiano Bernardo Leighton. En este último país contaron con la pérfida colaboración de organizaciones ultraderechistas como Ordine Nuovo.

Se conocen los detalles de la cumbre de Santo Domingo en el verano de 1976, que reunió a gente de la CIA, la DISIP y la DINA. Un documento desclasificado de la CIA refleja el cinismo de las palabras de Orlando Bosch dichas allí sobre la "buena imagen" que su grupo tenía después de participar en el asesinato de Letelier y la iniciativa de aprovechar ese mérito criminal en la preparación de nuevas acciones terroristas. Poco después el avión de Cubana estallaría en pleno vuelo frente a las costas de Barbados. Bosch y Carriles, mano a mano en la barbarie fraguada bajo la sombrilla de la CIA.

Una década después, el Cóndor voló a Centroamérica. En la base salvadoreña de Ilopango aparecieron Félix Rodríguez, el hombre de la CIA en el asesinato del Che; Luis Posada Carriles, evadido de la cárcel venezolana y Otto Reich, el futuro siervo de la mafia en el equipo del actual mandatario norteamericano; el argentino Batallón 601, especializado en operaciones especiales (muertes y desapariciones) fue ubicado en la región; y John Negroponte, hoy capo de la Seguridad Interna de W. Bush, entonces embajador en Honduras dedicado a los asuntos de la guerra sucia contra Nicaragua.

Es la misma pandilla, la de Chile, la de Argentina, la de la mafia, la que se reúne allí, puntualizó Fidel, los mismos jefes, los mismos asesinos. Estamos sentando las bases de una investigación que, aseguró, revelará nuevos detalles. Y aseveró que habrá otros encuentros para que la verdadera historia de tantas tropelías salga a la luz.

Tomado de: granma.co.cu

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